
10 de abril de 2025 a las 16:55
Mantén la forma: ¿Cuánto ejercicio necesitas?
Mantener una vida activa no se trata solo de verse bien, sino de sentirse bien. Imaginen la energía revitalizante que recorre nuestro cuerpo después de una caminata al aire libre, la satisfacción de superar un reto físico, la alegría de compartir una actividad deportiva con amigos. Eso es lo que nos ofrece la actividad física: una inyección de vitalidad que impacta positivamente en cada aspecto de nuestra vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no nos pide imposibles, sino que nos invita a un baile con la vida, un baile que se disfruta en cómodas cuotas de 30 minutos diarios de actividad moderada. No se trata de convertirnos en atletas olímpicos de la noche a la mañana, sino de integrar el movimiento a nuestro día a día. ¿Subir por las escaleras en vez del ascensor? ¡Un paso de baile! ¿Caminar hasta el supermercado en lugar de usar el coche? ¡Otro paso de baile! Incluso bailar en la cocina mientras preparamos la cena cuenta como un movimiento hacia una vida más saludable.
Para los que buscan un desafío mayor, las actividades vigorosas como correr, nadar intensamente o practicar algún deporte nos esperan con los brazos abiertos. Piensen en la euforia de cruzar la línea de meta, la sensación de libertad al nadar en aguas abiertas, la camaradería de un partido de fútbol con amigos. La intensidad del ejercicio no solo fortalece nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, aumentando nuestra resistencia y nuestra capacidad para afrontar los desafíos cotidianos.
Pero no se trata solo de cardio. Fortalecer nuestros músculos es como construir los cimientos de una casa robusta. Levantar pesas, usar bandas de resistencia o simplemente realizar ejercicios con nuestro propio peso corporal nos ayuda a tonificar, a mejorar nuestra postura y a prevenir lesiones. Un cuerpo fuerte es un cuerpo preparado para la vida.
El sedentarismo es el enemigo silencioso de nuestra salud. Pasar largas horas sentados nos roba energía, nos vuelve más vulnerables a enfermedades y nos aleja de la vitalidad que merecemos. La solución es sencilla: ¡moverse! Levantarse cada hora, caminar por la oficina, estirar los músculos… pequeños gestos que marcan una gran diferencia.
Para los padres, la actividad física de sus hijos es crucial para su desarrollo integral. Animémoslos a jugar al aire libre, a practicar deportes, a explorar el mundo con sus cuerpos. La energía desbordante de los niños necesita ser canalizada a través del movimiento, y nosotros, como adultos, tenemos la responsabilidad de guiarlos en ese camino.
Las mujeres embarazadas o en periodo de postparto también se benefician enormemente de la actividad física. El ejercicio adaptado a sus necesidades les ayuda a mantener un peso saludable, a mejorar su estado de ánimo y a prepararse para el parto. Es una inversión en su bienestar y en el de sus bebés.
En resumen, la actividad física no es un lujo, sino una necesidad. Es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, una inversión en nuestra salud y en nuestra calidad de vida. Integremos el movimiento en nuestra rutina diaria, encontremos actividades que nos apasionen y disfrutemos de los innumerables beneficios que nos ofrece una vida activa. Nuestro cuerpo y nuestra mente nos lo agradecerán.
Fuente: El Heraldo de México