
10 de abril de 2025 a las 08:55
Guardia regresa: Amor lo alejó, no el deber.
La incertidumbre que rodeó la repentina desaparición del elemento de la Guardia Nacional, Víctor Raziel “N”, se disipó tan rápido como surgió. Dos días de intensa búsqueda e interrogantes culminaron con el regreso del agente a su base, sano y salvo, y con una explicación que, si bien sencilla, abre la puerta a reflexiones sobre las presiones a las que se ven sometidos los miembros de las fuerzas del orden.
La Fiscalía General del Estado de Sonora, a través de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC), fue la encargada de confirmar la noticia y aclarar la situación. Según el comunicado oficial, Víctor Raziel “N” no estuvo desaparecido ni en situación de riesgo, sino que se ausentó voluntariamente de su servicio debido a conflictos personales con su pareja. Un problema, al parecer, de índole sentimental que lo llevó a tomar la decisión de retirarse temporalmente.
La noticia, que inicialmente generó alarma y movilizó a las autoridades, ahora plantea interrogantes sobre los protocolos internos de la Guardia Nacional. ¿Se siguieron los procedimientos adecuados al reportar la ausencia del agente? ¿Existe un sistema de apoyo para el personal que atraviesa dificultades personales? Si bien la Fiscalía aclaró que el agente regresó por sus propios medios a su domicilio y posteriormente a su puesto de trabajo, la falta de comunicación previa genera dudas sobre los canales de comunicación dentro de la corporación.
Es importante destacar la importancia de la salud mental y emocional de quienes velan por la seguridad ciudadana. Las presiones del trabajo, sumadas a problemas personales, pueden generar situaciones de estrés y ansiedad que requieren atención. El caso de Víctor Raziel “N”, aunque afortunadamente sin consecuencias graves, sirve como recordatorio de la necesidad de implementar programas de apoyo y acompañamiento para los miembros de las fuerzas del orden.
Por otro lado, la falta de información por parte de la Guardia Nacional sobre posibles sanciones al agente genera aún más interrogantes. Si bien la decisión de ausentarse fue motivada por un problema personal, el abandono del puesto sin previo aviso podría considerarse una falta disciplinaria. ¿Se tomarán medidas al respecto? ¿Se revisarán los protocolos internos para prevenir situaciones similares en el futuro?
El hermetismo de la Guardia Nacional en este caso contrasta con la celeridad con la que la Fiscalía estatal informó sobre el regreso del agente. Esta disparidad en la comunicación deja un espacio para la especulación y la desinformación. Es fundamental que las instituciones mantengan una comunicación clara y transparente con la ciudadanía, especialmente en casos que generan tanta preocupación.
Finalmente, la historia de Víctor Raziel “N” nos recuerda que detrás del uniforme, hay personas con vidas, problemas y emociones. Personas que, como cualquier otro ciudadano, pueden verse abrumadas por las circunstancias. Es imperativo que las instituciones brinden el apoyo necesario a sus miembros para garantizar su bienestar y, consecuentemente, la seguridad de todos. La transparencia y la comunicación son claves para construir confianza y fortalecer la relación entre las fuerzas del orden y la sociedad.
Fuente: El Heraldo de México