
10 de abril de 2025 a las 16:50
El misterio de María Fernanda
La historia de Karla Fernanda Hernández Gorostieta es un caso que nos conmueve y nos obliga a reflexionar sobre la justicia y la vulnerabilidad de las personas con discapacidad. Tras dos años y siete meses de prisión preventiva, la joven de 20 años ha sido absuelta de la acusación de haber asesinado a su madre y a su tío, un proceso plagado de irregularidades y omisiones que pusieron en evidencia la fragilidad del sistema ante las necesidades especiales de personas como Karla.
Imaginen la angustia de una joven con discapacidad intelectual, autismo y esquizofrenia, enfrentando un sistema judicial complejo y desconocido, acusada de un crimen atroz sin las herramientas cognitivas para comprender plenamente la situación. Karla, con una mente de una niña de 8 años, vivió un infierno durante su encierro, sometida a un proceso que ignoró sus diagnósticos y la trató como una persona sin discapacidad.
El abogado Héctor Pérez Rivera, quien asumió la defensa de Karla de forma altruista, denunció reiteradamente las fallas del proceso. Señaló la precipitada acusación basada únicamente en su presencia en la escena del crimen, obviando por completo su condición mental. La lucha de este abogado no solo fue por la libertad de Karla, sino por el reconocimiento de sus derechos humanos, por la dignidad de una persona vulnerable atrapada en las redes de un sistema que no supo, o no quiso, comprenderla.
La sentencia absolutoria, dictada el miércoles 9 de abril, es un triunfo de la justicia, una luz de esperanza en un caso que parecía perdido en la oscuridad. Sin embargo, la historia de Karla no termina aquí. La liberación es solo el primer paso en un largo camino hacia la recuperación y la reintegración a la sociedad. Después de casi tres años de encierro, Karla necesita más que nunca el apoyo de la sociedad.
La joven requiere asistencia para cubrir sus necesidades básicas: medicamentos, ropa, artículos de higiene personal. Más allá de lo material, Karla necesita contención emocional, un entorno seguro que la proteja y la acompañe en su proceso de reintegración. Se busca una institución que pueda brindarle no solo resguardo, sino también el acompañamiento psicosocial que necesita para reconstruir su vida.
El caso de Karla Fernanda Hernández Gorostieta nos interpela como sociedad. Nos invita a reflexionar sobre la importancia de la inclusión, la necesidad de un sistema judicial más sensible y humano, y la responsabilidad que tenemos de proteger a los más vulnerables. La lucha por la justicia no termina con la liberación de Karla. Continúa con el compromiso de acompañarla en su camino hacia la recuperación, brindándole el apoyo y la contención que necesita para sanar las heridas del pasado y construir un futuro digno.
¿Cómo podemos contribuir? Informándonos, difundiendo su historia y apoyando las iniciativas que buscan brindarle a Karla la asistencia que requiere. Su libertad es un triunfo, pero la verdadera victoria será verla reconstruir su vida, rodeada de apoyo y comprensión. El caso de Karla nos recuerda que la justicia no es solo castigar a los culpables, sino también proteger y reparar a las víctimas, especialmente a aquellas que, como Karla, enfrentan el mundo con la desventaja de una discapacidad. Su historia nos llama a la acción, a la solidaridad, a construir una sociedad más justa e inclusiva para todos.
Fuente: El Heraldo de México