La tranquilidad de una tarde cualquiera en La Venta, agencia municipal de Juchitán, Oaxaca, se vio abruptamente interrumpida por el estallido de la violencia. El eco de las detonaciones de armas de fuego resonó cerca de la Escuela Secundaria Técnica número 93 y el plantel 53 del CECYTE, sembrando el pánico entre los estudiantes que presenciaron la aterradora escena. Un video, que rápidamente se viralizó en redes sociales, capturó la crudeza del momento: una víctima corriendo desesperadamente, buscando refugio mientras las balas silbaban a su alrededor, y una voz angustiada gritando "¡Está corriendo, está corriendo!". La huida fue en vano; alcanzado en el campo de fútbol del CECYTE, el hombre cayó víctima de la ráfaga de disparos.

Este acto de violencia no se limitó a un solo incidente. A las afueras del plantel, otra persona yacía sin vida, sumando dos víctimas a este trágico suceso. Las autoridades, al llegar al lugar de los hechos, confirmaron el hallazgo de múltiples casquillos percutidos de fusiles de asalto, un indicio de la brutalidad del ataque. La zona fue acordonada de inmediato, siguiendo el protocolo para preservar la escena del crimen y permitir que los peritos realizaran su labor.

La incertidumbre y el miedo se apoderaron de la comunidad. ¿Quiénes eran las víctimas? ¿Cuál fue el móvil del ataque? La Vicefiscalía del Estado, ya inmersa en las investigaciones, confirmó que las personas asesinadas no pertenecían a la comunidad estudiantil, lo que abre un abanico de interrogantes sobre las posibles causas de este doble homicidio. ¿Se trató de un ajuste de cuentas? ¿Un ataque dirigido? Las preguntas flotan en el aire, mientras la policía trabaja arduamente para desentrañar la verdad detrás de este acto de violencia.

Las consecuencias de este suceso se extienden más allá de la pérdida de dos vidas. La dirección de la escuela, consciente del impacto emocional en los estudiantes, tomó la decisión de suspender las clases. Esta medida, si bien necesaria para facilitar las investigaciones, también refleja la profunda conmoción que ha generado este evento en la comunidad educativa. El silencio de las aulas vacías contrasta con el ruido ensordecedor de las balas que aún resuena en la memoria de quienes presenciaron la tragedia.

La Venta, un lugar que antes se caracterizaba por su tranquilidad, ahora se enfrenta a la sombra de la violencia. La búsqueda de justicia para las víctimas y la necesidad de respuestas se convierten en la prioridad, mientras la comunidad espera con anhelo el esclarecimiento de los hechos y el regreso de la paz a sus calles. La investigación continúa, y con ella la esperanza de que este acto de violencia no quede impune y que se tomen las medidas necesarias para prevenir futuros sucesos similares. El futuro de La Venta depende de ello.