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9 de abril de 2025 a las 09:30

Ponte en sus zapatos

La tragedia ocurrida en el festival AXE Ceremonia ha dejado una profunda herida en la comunidad artística y en la sociedad mexicana en general. Dos jóvenes vidas, llenas de promesa y pasión, fueron truncadas de manera abrupta e inexplicable. Berenice Giles y Miguel Ángel Rojas, dedicados fotógrafos, se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, víctimas de una aparente falla estructural que transformó una celebración en un escenario de luto. Es imposible imaginar el dolor de sus familias, amigos y colegas ante esta pérdida irreparable.

Más allá del dolor inmediato, este incidente nos obliga a una profunda reflexión sobre la responsabilidad y la seguridad en eventos masivos. La pregunta que resuena con fuerza es ¿cómo pudo suceder esto? ¿Fue una fatalidad inevitable, un capricho del destino o la consecuencia de negligencia y descuido? La respuesta, aún en el aire, debe surgir de una investigación exhaustiva y transparente que no deje espacio a dudas ni especulaciones.

La Fiscalía ha abierto una carpeta de investigación, un primer paso necesario para esclarecer los hechos. Sin embargo, la premura de la Alcaldía Miguel Hidalgo en señalar a los organizadores, incluso antes de que se realice una investigación a fondo, genera inquietud y desconfianza. ¿Se trata de una búsqueda legítima de justicia o de un intento por desviar la atención de posibles fallas en la supervisión y el otorgamiento de permisos?

La respuesta de las autoridades tras el accidente también es motivo de preocupación. La falta de comunicación oportuna, la decisión de continuar con el festival como si nada hubiera ocurrido, y la expulsión de un periodista que intentaba documentar los hechos, pintan un panorama desolador de insensibilidad e irresponsabilidad. ¿Dónde quedó la empatía, la solidaridad con las víctimas y el respeto por el dolor ajeno? ¿Acaso la música y el espectáculo son más importantes que la vida humana?

Es imperativo que las autoridades competentes, incluyendo el gobierno de la Ciudad de México, la alcaldía Miguel Hidalgo, la administración del Parque Bicentenario, la empresa organizadora y la Policía Bancaria e Industrial, asuman su responsabilidad en este trágico suceso. No se trata de buscar culpables para apaciguar la indignación pública, sino de implementar medidas concretas para que una tragedia como esta no vuelva a repetirse.

La seguridad en eventos masivos no puede ser un tema secundario, un trámite burocrático que se cumple con desgano. Es una obligación ineludible que implica una planificación rigurosa, la supervisión constante y la aplicación estricta de las normas de protección civil. La vida de miles de personas depende de ello.

La memoria de Berenice y Miguel debe ser un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y de la importancia de priorizar la seguridad y el bienestar de la ciudadanía. Es necesario exigir respuestas, justicia y un compromiso real para que la música y la fiesta no se conviertan en sinónimo de tragedia.

Fuente: El Heraldo de México