
9 de abril de 2025 a las 09:20
Mujeres al Poder: Decidiendo el Futuro
La visión tradicional del estadista, esa figura casi mítica que guía los destinos de una nación, ha estado históricamente ligada a una imagen masculina. Sin embargo, el mundo ha cambiado, y con él, la política. Hoy, las mujeres ocupan cada vez más espacios de poder, demostrando no solo su capacidad para liderar, sino también para hacerlo con una eficacia que a menudo supera a la de sus homólogos masculinos. No se trata simplemente de ocupar un cargo, sino de transformar la forma en que se ejerce el poder.
El estudio del Pew Research Center en 2008, si bien centrado en la percepción estadounidense, ofrece una interesante radiografía de cómo se perciben las cualidades de liderazgo. La honestidad, la inteligencia, la creatividad, la sociabilidad, el compromiso y, sobre todo, la compasión, son atributos que los encuestados asociaron en mayor medida con las mujeres. Estos resultados, aunque no universales, abren un debate crucial sobre qué valores buscamos en nuestros líderes y cómo estos valores se traducen en una mejor gestión de los asuntos públicos.
Más allá de la percepción, los datos duros también respaldan la eficacia del liderazgo femenino. El Instituto Internacional de la Paz, en su análisis de 2015, reveló una correlación significativa entre la participación de las mujeres en las negociaciones de paz y la durabilidad de los acuerdos alcanzados. Un 35% de probabilidad de que un acuerdo dure al menos 15 años cuando las mujeres participan en su elaboración, frente a un 20% cuando su presencia es limitada, no es una cifra menor. Habla de una capacidad para construir consensos más sólidos, para tejer la paz desde sus raíces, con una visión a largo plazo que trasciende los intereses inmediatos.
¿Cuál es la clave de este éxito? La toma de decisiones de las estadistas no se limita a fríos cálculos de poder o a la aplicación de teorías académicas. Incorporan una perspectiva holística, una sensibilidad especial hacia las implicaciones sociales y humanitarias de sus acciones. Su estilo de liderazgo, a menudo más prudente y colaborativo, prioriza el diálogo y la construcción de puentes, en lugar de la confrontación y la imposición. No se trata de debilidad, sino de una inteligencia estratégica que reconoce el valor del consenso y la cooperación para alcanzar objetivos comunes.
Figuras como Michelle Bachelet, Indira Gandhi o Angela Merkel, por mencionar solo algunas, son ejemplos paradigmáticos de este nuevo liderazgo. Mujeres que han gobernado en tiempos convulsos, enfrentando desafíos internos y externos con una determinación y una visión que han dejado una huella profunda en la historia. Su legado no se mide solo en términos de crecimiento económico o estabilidad política, sino también en la construcción de sociedades más justas, más inclusivas y más resilientes.
El ascenso de las mujeres al poder no es simplemente un cambio demográfico, es una transformación cualitativa en la forma en que se ejerce el liderazgo. Un liderazgo que, sin renunciar a la firmeza y la decisión, incorpora la empatía, la colaboración y una visión a largo plazo como herramientas esenciales para la construcción de un mundo mejor. Un mundo donde la paz no sea una mera ausencia de conflicto, sino el resultado de un esfuerzo conjunto, liderado por mujeres y hombres, para construir sociedades más justas y equitativas para todos.
Fuente: El Heraldo de México