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9 de abril de 2025 a las 09:30

México entre dos gigantes

La reciente escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, orquestada desde la Casa Blanca, ha sumido a los mercados globales en una turbulencia sin precedentes. Lejos de ser un mero intercambio de aranceles, esta contienda se ha transformado en una batalla de narrativas, donde cada declaración del presidente Trump repercute en las bolsas del mundo. Su retórica proteccionista, enfocada en la recuperación de empleos manufactureros y la reducción del déficit comercial, ha desatado una respuesta proporcional de China, imponiendo aranceles a productos estadounidenses clave como la soya, automóviles y tecnología.

Esta espiral de medidas proteccionistas ha generado una profunda incertidumbre en los mercados, que reaccionan con nerviosismo y aversión al riesgo. El Fondo Monetario Internacional ha revisado a la baja sus proyecciones de crecimiento global, mientras que las principales bolsas del mundo, desde Nueva York hasta Shanghái, han experimentado caídas significativas. Las empresas multinacionales, enfrentadas a un panorama incierto, se ven obligadas a reconfigurar sus cadenas de producción, generando un efecto dominó que impacta en la economía global.

El reciente anuncio del presidente Trump de aumentar los aranceles a productos chinos al 104% no hace más que agravar la situación, poniendo en peligro la estabilidad económica mundial y, paradójicamente, perjudicando a la propia economía estadounidense. Esta medida, lejos de representar una victoria, profundiza la incertidumbre y el riesgo de una recesión global.

En este contexto de caos e inestabilidad, México se presenta, sorprendentemente, como un potencial beneficiario. La reconfiguración de las cadenas de suministro globales, impulsada por el nearshoring, podría representar una oportunidad para nuestro país. Sin embargo, esta aparente ventaja conlleva riesgos inherentes. La dependencia económica de México con Estados Unidos nos hace vulnerables a cualquier desaceleración en su economía. La experiencia nos ha demostrado que un "catarrito" en Estados Unidos se convierte en una "neumonía" en México.

Además, las inversiones que llegan motivadas por factores geopolíticos son volátiles y pueden retirarse con la misma rapidez con la que llegaron. Por ello, México debe actuar con cautela y visión estratégica. No basta con la proximidad geográfica; es crucial invertir en infraestructura, energía limpia y, sobre todo, en fortalecer el Estado de derecho para generar un clima de confianza y estabilidad que atraiga inversiones a largo plazo.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha expuesto la fragilidad del sistema económico global y la interdependencia entre las naciones. Ningún país, por poderoso que sea, está a salvo de las consecuencias de este conflicto. En este nuevo escenario, México tiene la oportunidad de consolidarse como un actor relevante en la economía global, pero debe hacerlo con inteligencia, planificación y una visión a largo plazo. El futuro económico de México depende de las decisiones que tomemos hoy. Es momento de actuar con responsabilidad y visión de futuro.

Fuente: El Heraldo de México