
9 de abril de 2025 a las 22:35
México enfrenta nuevos aranceles de la UE
La noticia ha caído como un balde de agua fría: un arancel base del 10% a las importaciones mexicanas. El anuncio del Secretario del Tesoro, Scott Bessent, este miércoles 9 de abril, ha generado una onda expansiva de incertidumbre y preocupación en ambos lados de la frontera. Este nuevo impuesto, que se suma a las tensiones comerciales preexistentes, amenaza con impactar significativamente la economía de ambos países, estrechamente entrelazadas por décadas de intercambio comercial.
Las consecuencias de esta medida podrían ser devastadoras. Para México, un arancel del 10% representa un duro golpe a su sector exportador, pilar fundamental de su economía. Sectores clave como el automotriz, el agroindustrial y el manufacturero, que dependen en gran medida del mercado estadounidense, se verán obligados a absorber el costo del arancel o a trasladarlo al consumidor final, lo que podría resultar en una disminución de la competitividad y una caída en las ventas. Esto, a su vez, podría traducirse en pérdida de empleos y un freno al crecimiento económico del país.
Del lado estadounidense, la imposición de este arancel también tendrá repercusiones. Los consumidores estadounidenses se verán afectados por el aumento de los precios de los productos mexicanos, desde los aguacates en sus tostadas hasta las autopartes que mantienen sus vehículos en funcionamiento. Las empresas estadounidenses que dependen de insumos mexicanos para su producción también sufrirán las consecuencias, viendo incrementados sus costos y potencialmente perdiendo competitividad en el mercado global. Además, la medida podría generar una respuesta recíproca por parte de México, iniciando una guerra comercial que perjudicaría a ambas naciones.
La incertidumbre es palpable. Aún se desconocen los detalles específicos de la implementación de este arancel. ¿Qué productos se verán afectados? ¿Habrá excepciones? ¿Existirá un periodo de gracia para la adaptación? Estas son preguntas cruciales que el Secretario Bessent aún no ha respondido, generando ansiedad en la comunidad empresarial y en los mercados financieros.
Mientras tanto, las reacciones no se han hecho esperar. Representantes del sector privado mexicano han expresado su profunda preocupación y han solicitado al gobierno mexicano que inicie un diálogo constructivo con las autoridades estadounidenses para buscar una solución negociada. Organizaciones empresariales en Estados Unidos también han manifestado su rechazo a la medida, argumentando que perjudicará la economía estadounidense y a sus consumidores.
En los próximos días, la atención estará puesta en las negociaciones entre ambos gobiernos. La esperanza es que se pueda llegar a un acuerdo que evite la imposición de este arancel y que preserve la importante relación comercial entre México y Estados Unidos. De lo contrario, ambos países podrían verse inmersos en una costosa y perjudicial guerra comercial, cuyas consecuencias a largo plazo son difíciles de predecir. El futuro de la relación bilateral pende de un hilo, y el mundo observa con atención el desarrollo de los acontecimientos. La pregunta que todos se hacen es: ¿prevalecerá la razón o el proteccionismo? El tiempo lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México