
9 de abril de 2025 a las 06:15
Justicia para la empleada del Herald tras 25 años
La sombra de la pena capital volvió a cernirse sobre Florida el martes por la noche. Michael Tanzi, de 48 años, respiró por última vez en la prisión estatal tras recibir una inyección letal. Su nombre se une a la creciente lista de ejecutados en el estado, un recordatorio sombrío de la controversia que rodea a la pena de muerte en Estados Unidos. El crimen que lo llevó a este final fue el brutal asesinato de Janet Acosta, una empleada del Miami Herald, en abril del año 2000. Un crimen que no solo arrebató la vida de una joven, sino que dejó una profunda herida en la comunidad local, una herida que aún hoy, 25 años después, sigue abierta.
El recuerdo de Janet Acosta perdura en la memoria de quienes la conocieron. Una trabajadora dedicada, una amiga leal, una vida truncada por la violencia. El simple acto de tomar un descanso en su camioneta durante su hora de almuerzo se convirtió en una trampa mortal. La reconstrucción de los hechos, a partir de los registros judiciales y la confesión del propio Tanzi, pinta un cuadro desolador. El encuentro aparentemente casual, la petición de un cigarrillo, la brutal agresión, el secuestro, el robo de apenas 53 dólares y una tarjeta bancaria… una secuencia de eventos que culminó con el estrangulamiento de Acosta en un paraje remoto de Cayo Cudjoe.
La desaparición de Janet Acosta movilizó a sus amigos y colegas del Miami Herald. La angustia de la incertidumbre se transformó en horror al descubrir su camioneta abandonada en Cayo Hueso. La posterior captura de Tanzi y su confesión desvelaron la crueldad del crimen. "Si la hubiera dejado ir, me habrían atrapado más rápido", una frase escalofriante que revela la fría lógica de un asesino.
La ejecución de Tanzi, a pesar de sus múltiples apelaciones, marca el cierre de un capítulo doloroso para la familia de Acosta, aunque la verdadera justicia, la que devuelve la vida, es imposible. En sus últimas palabras, Tanzi pidió perdón a la familia y recitó un versículo bíblico. Un gesto que, para muchos, llega demasiado tarde. La imagen de su pecho agitándose durante tres minutos antes de detenerse, la comprobación rutinaria del guardia, la ausencia de respuesta… escenas que se repiten con cada ejecución, alimentando el debate sobre la humanidad de este castigo.
La obesidad mórbida y la ciática de Tanzi, argumentos utilizados en una apelación de última hora rechazada por la Corte Suprema, ponen de manifiesto la complejidad de las ejecuciones en el siglo XXI. ¿Es posible garantizar una muerte sin sufrimiento, incluso para aquellos con condiciones médicas particulares? La Corte Suprema de Florida desestimó la apelación por extemporánea, pero la pregunta sigue resonando.
Con la ejecución de Tanzi, Florida suma tres ejecuciones en lo que va del 2025, un ritmo que preocupa a activistas contra la pena de muerte. El gobernador Ron DeSantis ha firmado órdenes para otra ejecución programada para el 1 de mayo, y a nivel nacional, el número de ejecuciones continúa en aumento.
La última comida de Tanzi –chuleta de cerdo, tocino, helado y una barra de chocolate–, un detalle aparentemente trivial, adquiere un significado particular en este contexto. Un último placer terrenal antes del final, un contraste perturbador con la gravedad del acto que le esperaba.
El protocolo de tres medicamentos utilizado en Florida –un sedante, un paralizante y un fármaco que detiene el corazón– es objeto de debate constante. ¿Es este el método más humano? ¿Existen alternativas? El Centro de Información sobre la Pena de Muerte sigue documentando cada ejecución, cada detalle, cada argumento, en un intento por arrojar luz sobre un tema que divide a la sociedad americana. El caso de Michael Tanzi y Janet Acosta es un eslabón más en esta cadena de controversias, un recordatorio de que la justicia, a veces, puede ser tan ciega como cruel.
Fuente: El Heraldo de México