La tragedia en la discoteca Jet Set ha dejado una profunda herida en el corazón de Santo Domingo y del mundo entero. El testimonio de Zulinka Pérez, hija del fallecido cantante Rubby Pérez, nos estremece con la crudeza de los hechos y la dolorosa realidad de la pérdida. Imaginen la escena: la música vibrante, la energía del público, la alegría de un concierto en vivo… y de repente, el silencio ensordecedor del colapso, el polvo, los gritos, la desesperación.

Zulinka relata con valentía los últimos momentos compartidos con su padre. Un cambio de micrófono, una decisión aparentemente trivial, que marcó la diferencia entre la vida y la muerte. “Papi, ayúdame porque no puedo hacer mucha fuerza, estoy operada”. Palabras que ahora resuenan con un eco desgarrador, un último intercambio de cariño paternal que la salvó de la tragedia. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido conversaciones similares con nuestros seres queridos, sin saber que serían las últimas?

El instinto de supervivencia, el amor por la familia, se manifiestan con fuerza en medio del caos. El esposo de Zulinka, con un acto de heroísmo desinteresado, se arroja sobre ella para protegerla del derrumbe. “Mami, sal por si todo colapsa, el niño no se nos quede solo”. Una frase que encapsula el amor incondicional de un padre, la preocupación por el futuro de su hijo, la entrega total en un momento de extrema angustia. Es imposible no conmoverse ante la magnitud de este gesto.

La imagen de Rubby Pérez, un ícono de la música, quedándose en su lugar, tal vez sin saber que ese acto de generosidad sería su último, es un testimonio conmovedor del amor paternal. Un padre que, incluso en sus momentos finales, protegió a su hija. Un artista que, sin buscarlo, se convirtió en un héroe.

Las autoridades continúan investigando las causas del colapso. 124 muertos, más de 250 heridos, y aún decenas de desaparecidos. Cifras que nos golpean con la magnitud de la tragedia, que nos recuerdan la fragilidad de la vida. Jet Set, un lugar emblemático de la vida nocturna dominicana, ahora se convierte en un símbolo de dolor y pérdida.

Mientras los bomberos continúan la búsqueda de sobrevivientes, la comunidad dominicana se une en solidaridad con las víctimas y sus familias. La música de Rubby Pérez, que una vez llenó de alegría la discoteca, ahora se convierte en un himno de recuerdo y homenaje. Su voz, silenciada por la tragedia, resonará para siempre en el corazón de quienes lo admiraron y amaron. La historia de Zulinka, su testimonio de supervivencia y pérdida, nos recuerda la importancia de valorar cada momento, cada palabra, cada gesto de amor compartido con nuestros seres queridos. Un recordatorio doloroso, pero necesario, en un mundo donde la vida puede cambiar en un instante.