
9 de abril de 2025 a las 09:30
Evita la Guerra Silenciosa
La tensión en el aire es palpable. No se pronuncia la palabra "guerra", se evita como una plaga, se la maquilla con eufemismos diplomáticos. Sin embargo, el redoble de los tambores de guerra comercial resuena cada vez más fuerte, un eco inquietante en los pasillos del poder. Y es que todos sabemos cómo empiezan estas contiendas, con bravatas y amenazas veladas, pero nadie se atreve a predecir su desenlace. La incertidumbre es la única certeza, y la sombra de la derrota se cierne sobre todos los contendientes.
El diálogo, ese puente frágil entre naciones, se resquebraja. Las reuniones programadas se cancelan, las posiciones se radicalizan y los aranceles, como dardos envenenados, se intercambian en una escalada que parece no tener fin. La política, ese arte de la negociación y el consenso, ha fracasado. Y en su lugar, emerge el fantasma de la confrontación.
Paul Krugman, voz autorizada en la economía global, no duda en calificar la situación actual como el mayor shock mercantil de la historia. Las bolsas del mundo se desploman, reflejando la inquietud de los mercados. El panorama financiero, al inicio de este mandato en Estados Unidos, es el más sombrío que se recuerda.
Mientras tanto, desde la Casa Blanca, el presidente Trump exhorta a sus compatriotas a la resistencia, a la fortaleza y a la paciencia, prometiendo una futura prosperidad que, por ahora, se antoja lejana. Simultáneamente, amenaza con redoblar la apuesta arancelaria contra China, avivando las llamas del conflicto.
El gigante asiático no se queda de brazos cruzados. Ha forjado una alianza estratégica con Japón y Corea del Sur, consolidando el bloque asiático RCEP, un titán económico que concentra un porcentaje significativo del comercio y el PIB mundial. Xi Jinping, a través de sus portavoces, ha dejado clara su postura: responderá con la misma moneda a las agresiones comerciales y defenderá sus intereses geopolíticos.
Europa, por su parte, observa con cautela los acontecimientos, analizando con parsimonia las medidas a tomar. Mientras tanto, Estados Unidos estrecha lazos con Rusia y mantiene la presión sobre Ucrania, prolongando el conflicto en la región. Algunos analistas interpretan estas maniobras como una estrategia de Trump para debilitar el eje Pekín-Moscú-Teherán, una alianza que considera una amenaza a sus intereses globales.
México y Canadá, amparados temporalmente por el TMEC, se esfuerzan por evitar la imposición de aranceles al acero y al aluminio. Sin embargo, la renegociación del tratado comercial se avecina, y con ella, nuevas exigencias por parte de Estados Unidos.
La política arancelaria de la administración Trump está reconfigurando el orden geopolítico mundial. La incógnita es si Estados Unidos tiene la fuerza suficiente para imponer su visión y, al mismo tiempo, evitar una recesión económica. Voces influyentes en el mundo financiero, como Larry Fink de Black Rock, advierten sobre el creciente temor a una recesión entre los líderes empresariales. Las calificadoras internacionales hacen un llamado a la prudencia, subrayando la dificultad de revertir la situación si la crisis se prolonga.
En este escenario turbulento, nuestro país se ve obligado a negociar desde una posición vulnerable. Las expectativas de crecimiento se han reducido drásticamente, y aunque hasta ahora hemos evitado responder con aranceles recíprocos, la presión es inmensa. Nos aferramos al TMEC como un salvavidas, pero nuestra dependencia de la estabilidad económica y política internacional es innegable. Es hora de fortalecer nuestro mercado interno, de impulsar la economía nacional y de prepararnos para los desafíos que se avecinan. El futuro es incierto, pero nuestra capacidad de resiliencia y nuestra determinación serán claves para sortear la tormenta.
Fuente: El Heraldo de México