Dos años han transcurrido desde aquella fatídica fecha que marcó un antes y un después en la vida de Imelda Garza Tuñón. El 9 de abril de 2023, la joven actriz y cantante se enfrenta nuevamente al dolor de la ausencia de Julián Figueroa, el padre de su hijo y el amor de su vida. Un simple mensaje, acompañado de dos fotografías cargadas de significado, desató una ola de reacciones encontradas en redes sociales. La imagen de Julián, congelada en el tiempo, y la tierna instantánea de las manos entrelazadas de Imelda y su pequeño hijo, Juliancito, pretendían ser un homenaje íntimo y conmovedor. Sin embargo, la fragilidad de la memoria y el peso de las circunstancias transformaron el recuerdo en un campo de batalla virtual.

"2 años y extrañándote 09.04.2023. Gracias por seguir ayudándonos, te amamos", escribió Imelda, palabras sencillas que buscan trascender el dolor y aferrarse a la esperanza. La paloma blanca que acompaña el mensaje, símbolo de paz y espiritualidad, irónicamente se convirtió en el centro de la controversia. Para algunos, representa la hipocresía de una mujer enfrascada en una disputa legal con Maribel Guardia, madre de Julián. Las acusaciones no se hicieron esperar: "Si lo hubieses amado no le faltarías al respeto a la mamá", "Qué hipocresía, ¿no te da pena poner una foto de él sabiendo todo lo que has hecho?", son algunos de los dardos lanzados desde el anonimato digital. La herencia, el fantasma de la discordia, se cierne sobre el duelo alimentando la suspicacia y la condena pública. "¿Sabes que si odias a su madre, también lo odias a él?", sentencian algunos, convirtiendo el dolor ajeno en un espectáculo morboso.

Pero no todo son reproches. En medio de la tormenta virtual, voces de apoyo se alzan en defensa de Imelda. "Que te siga cuidando a ti y a tu hijo desde el cielo", escriben quienes comprenden la magnitud de la pérdida. "Oigan cálmense, ustedes no saben cómo le afectó la pérdida de Julián a Ime", reclaman otros, recordando la humanidad detrás de la figura pública. "¿Saben lo que es perder a su esposo, compañero de vida?", preguntan, invitando a la empatía y a la reflexión. La defensa se centra en la importancia de proteger a Juliancito, el verdadero heredero, y en el derecho de Imelda a honrar la memoria del padre de su hijo, más allá de las controversias familiares. "Dios te siga dando fuerzas para que sigas adelante y defendiendo siempre a tu hijo", son las palabras de aliento que buscan reconfortar a una mujer que, dos años después, sigue navegando en las turbulentas aguas del duelo. El tiempo, juez implacable, dictará sentencia sobre las heridas del pasado y la verdad, tarde o temprano, saldrá a la luz.