10 de abril de 2025 a las 02:15
El Mundial: Fiesta cercana a la gente
México se prepara para recibir al mundo. A poco más de un año del silbatazo inicial de la Copa Mundial de la FIFA 2026, el país vibra con la energía de un evento que promete trascender el ámbito deportivo. Mucho más allá de los goles y las jugadas magistrales, el Mundial se perfila como un catalizador de transformación urbana, social y medioambiental, una oportunidad única para modernizar infraestructuras, impulsar el desarrollo sostenible y proyectar una imagen renovada de México al mundo.
La organización del evento, una compleja coreografía que involucra a los tres niveles de gobierno y a las tres ciudades sede (Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey), se centra en múltiples frentes. La movilidad, un aspecto crucial para la experiencia de los visitantes, está recibiendo una inyección millonaria. En la capital, por ejemplo, se destinan casi 7 mil millones de pesos a proyectos de renovación del tren ligero, ampliación de ciclovías – incluyendo una que conectará el corazón histórico del Zócalo con el emblemático Estadio Azteca – y la adquisición de nuevas unidades para sistemas de transporte como el Cablebús. El objetivo es claro: facilitar el desplazamiento de los aproximadamente 6 millones de turistas internacionales que se esperan, asegurando una logística fluida y eficiente desde su llegada a los aeropuertos, en estrecha colaboración con los grupos aeroportuarios del país.
Pero la ambición de este Mundial va más allá de la eficiencia logística. Se busca un impacto positivo y duradero en el tejido social y ambiental del país. El compromiso con la sostenibilidad es un pilar fundamental. Se han establecido metas ambiciosas, como reciclar al menos el 80% de los desechos generados por el torneo. Aunque no forman parte de las garantías oficiales del gobierno, estas metas se están integrando a nivel local en las ciudades sede, con la visión de convertirlas en referentes de buenas prácticas ecológicas. Este enfoque ambiental se alinea con los planes nacionales de acción climática, impulsando proyectos como la expansión de ciclovías, el mejoramiento del transporte público y la promoción de la movilidad eléctrica, contribuyendo así a la reducción de emisiones contaminantes.
La inclusión social es otro componente clave de la visión del Mundial 2026. La instrucción es clara: un Mundial para todos, cercano a la gente, que llegue a los barrios, a los pueblos, a las colonias. Se busca un evento con un enfoque popular, no populista, que beneficie a todos los mexicanos. En este sentido, el Mundial servirá como plataforma para campañas de salud pública, activaciones físicas, impulso a la cultura y turismo social, generando rutas turísticas que acerquen a los visitantes a la riqueza y diversidad del país, desde sus pueblos mágicos hasta sus zonas arqueológicas y playas.
Ante las preocupaciones ciudadanas sobre el costo económico de un evento de esta magnitud, se ha establecido un modelo financiero responsable. La modernización de los estadios recaerá en la iniciativa privada y los patrocinadores de la FIFA, mientras que el gobierno se centrará en infraestructura permanente de beneficio colectivo, evitando así el lastre de obras obsoletas que han afectado a otros países organizadores. Se busca que la inversión pública se traduzca en mejoras tangibles y duraderas para la población.
En definitiva, el Mundial 2026 se presenta como una oportunidad histórica para México. Más que 90 minutos de fútbol, es una plataforma para transformar ciudades, mejorar servicios públicos, promover la inclusión social y proyectar una imagen de México como un país moderno, sostenible y acogedor. Un evento que busca dejar una huella positiva, no solo en la memoria de los visitantes, sino en el desarrollo y bienestar de las familias mexicanas. Un Mundial que aspira a ser un legado para las futuras generaciones.
Fuente: El Heraldo de México