Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Fútbol

9 de abril de 2025 a las 09:25

¡Azul Histórico! Cruz Azul vence al América.

Doce años. Doce largos años en los que el fantasma azulcrema rondaba cada liguilla, cada torneo de copa, cada encuentro decisivo. Doce años en los que la sombra del América se alargaba sobre la cancha, opacando el brillo celeste y recordándoles una y otra vez una paternidad que parecía eterna. Cruz Azul, preso de sus propios demonios y de la implacable efectividad americanista, veía cómo se esfumaban sus sueños de gloria una y otra vez, siempre con el mismo verdugo. Un ciclo que parecía no tener fin, una maldición que se repetía con la puntualidad de un reloj suizo. Siete series de eliminación directa, siete puñaladas al corazón cementero, siete razones para la desesperanza.

Pero la noche del miércoles, en el Olímpico Universitario, el guion cambió. El aire se cargó de una electricidad diferente. Se respiraba una atmósfera de revancha, de anhelo contenido, de una sed de victoria que llevaba años fermentando. Y en medio de ese torbellino de emociones, apareció él, el Ángel salvador: Ángel Sepúlveda. Con la precisión de un cirujano y la frialdad de un asesino a sueldo, Sepúlveda perforó la red americanista no una, sino dos veces. Dos goles que resonaron como un grito de liberación, dos goles que rompieron las cadenas de la opresión, dos goles que escribieron un nuevo capítulo en la historia de Cruz Azul.

El empate momentáneo de Álvaro Fidalgo fue solo un espejismo, una breve interrupción en la sinfonía celeste. Un intento desesperado del América por aferrarse a su dominio, por mantener viva la llama de una paternidad que se extinguía irremediablemente. Pero el destino ya estaba escrito. La Máquina, impulsada por la garra de su afición y la inspiración de su goleador, no se dejó amilanar. Resistió los embates americanistas y, con la cabeza en alto, selló su pase a las semifinales de la Concachampions.

Más allá del resultado, más allá de la clasificación, la victoria de Cruz Azul representa algo mucho más profundo. Es un símbolo de resiliencia, una muestra de que incluso en los momentos más oscuros, la esperanza nunca se pierde. Es una lección para todos aquellos que han caído, que han sufrido, que han sido víctimas de sus propias circunstancias. Porque así como Cruz Azul se liberó de su prisión americanista, cualquiera puede romper sus cadenas y alcanzar la libertad.

Ahora, con el aire fresco de la libertad en sus pulmones, La Máquina se prepara para un nuevo desafío: las semifinales de la Concachampions contra Tigres. Un rival de cuidado, sin duda, pero la confianza renovada y el espíritu indomable de Cruz Azul hacen que la ilusión se renueve en la afición. ¿Será este el año en que La Máquina finalmente conquiste la gloria internacional? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: Cruz Azul ha vuelto, y lo ha hecho más fuerte que nunca. La noche del miércoles, en el Olímpico Universitario, no solo ganó un partido, ganó la libertad. Y esa, sin duda, es la victoria más importante de todas.

Fuente: El Heraldo de México