
9 de abril de 2025 a las 12:15
Alerta: Riesgos Comerciales
México se encuentra en una encrucijada. Si bien el T-MEC nos ha brindado un respiro, una especie de oasis en el desierto de los aranceles que Estados Unidos ha impuesto a más de 180 naciones, no podemos dormirnos en los laureles. Imaginen un barco navegando en aguas turbulentas. El T-MEC es nuestro ancla, nos mantiene relativamente estables, pero no nos blinda completamente de la tormenta. La dependencia que tenemos de la economía estadounidense es una espada de Damocles que pende sobre nuestras cabezas. Más del 80% de nuestras exportaciones se dirigen al norte, un volumen que supera los 460 mil millones de dólares. Somos el principal socio comercial de Estados Unidos, su aliado estratégico, pero ni siquiera esa privilegiada posición nos exime de los embates de su política proteccionista. Sectores clave de nuestra economía, como el automotriz, el acero y el aluminio, ya resienten los efectos.
Pensar que esta situación es sostenible a largo plazo es una quimera. El escenario se complica aún más si consideramos la posible revisión del T-MEC en 2026. ¿Qué sucedería si las condiciones del tratado cambian? ¿Estamos preparados para afrontar un panorama menos favorable? La respuesta, lamentablemente, es no. No podemos seguir apostando todos nuestros recursos a una sola carta. Es imperativo diversificar nuestro mercado, explorar nuevos horizontes. Europa, Asia y América Latina se presentan como alternativas viables, mercados con un enorme potencial que esperan ser explorados. Imaginen el crecimiento que podríamos alcanzar si logramos tejer redes comerciales sólidas con estas regiones.
Pero la diversificación no es suficiente. Necesitamos fortalecer nuestra infraestructura estratégica. Carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles; todos estos elementos son las arterias que transportan el flujo vital de nuestra economía. Modernizarlos y ampliarlos es crucial para competir en un mercado global cada vez más exigente. De la misma manera, debemos impulsar la ciencia y la tecnología. La innovación es el motor del progreso. Invertir en investigación y desarrollo nos permitirá crear productos y servicios de mayor valor agregado, lo que a su vez se traducirá en una mayor competitividad.
Finalmente, y no menos importante, debemos consolidar el Estado de Derecho y el entorno regulatorio. Un marco jurídico sólido y transparente es esencial para atraer inversión extranjera y generar confianza en los mercados internacionales. La certeza jurídica es el cimiento sobre el que se construye un crecimiento económico sostenible. En resumen, el T-MEC nos ha dado un respiro, pero no es la solución definitiva. Para asegurar nuestro futuro económico debemos diversificar nuestros mercados, fortalecer nuestra infraestructura, impulsar la innovación y consolidar el Estado de Derecho. El camino no es fácil, pero es el único que nos permitirá navegar con éxito en las turbulentas aguas del comercio internacional. El futuro de México está en nuestras manos. ¿Estamos listos para asumir el reto?
Fuente: El Heraldo de México