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9 de abril de 2025 a las 02:25

Violencia recorta vacaciones en Acapulco

La zozobra se ha apoderado de la colonia La Mira en Acapulco. El eco de las balas ha silenciado las risas infantiles y el bullicio escolar. Más de 500 estudiantes han visto interrumpida su educación, confinados en sus hogares, a la espera de un retorno a la normalidad que se antoja lejano. La violencia, que en menos de una semana ha cobrado la vida de tres personas, ha forzado el cierre de escuelas de educación básica y media superior. El calendario escolar, que marcaba el 11 de abril como fin de ciclo, ahora se ve ensombrecido por la incertidumbre. Los pupitres vacíos, los patios silenciosos, son un testimonio mudo del miedo que se ha instalado en la comunidad.

La decisión de suspender las clases presenciales no fue tomada a la ligera. Directivos, docentes y padres de familia, ante la escalada de violencia, priorizaron la seguridad de los estudiantes. La primaria Niños Héroes de Chapultepec, el preescolar Antonia Nava de Catalán y la secundaria técnica número 151, Hermenegildo Galeana, han optado por la modalidad virtual, una solución paliativa que, si bien permite la continuidad académica, no reemplaza la riqueza de la interacción presencial. En otros centros, como el plantel 49 del EMSAD, la violencia ha adelantado el periodo vacacional de Semana Santa, una medida excepcional que refleja la gravedad de la situación.

El testimonio de Iris Peña, auxiliar educativa del EMSAD, pone de manifiesto la angustia que se vive en la colonia: “Estos acontecimientos ya son casi a diario y sí tenemos un poco de miedo… ya no queríamos seguir exponiendo a los estudiantes”. Sus palabras reflejan el sentir de una comunidad que se ve obligada a convivir con el temor constante. El descenso en la matrícula escolar en los días previos a la suspensión oficial es una muestra palpable de la preocupación de los padres, quienes, ante el peligro inminente, optaron por mantener a sus hijos en casa.

La presencia de un fuerte dispositivo de seguridad, conformado por elementos del Ejército Mexicano, Guardia Nacional, Fiscalía Estatal y Policía del Estado, intenta devolver la calma a las calles. Sin embargo, el miedo persiste. Las calles, habitualmente bulliciosas, lucen desiertas. La gente que se atreve a salir lo hace con cautela, con la mirada vigilante, a pesar del despliegue de las fuerzas del orden. Evenancio López, vecino de la colonia, resume el sentimiento general: “Hay seguridad, por aquí pasan y pasan… de ahí en fuera estamos tranquilos, pero igual, hay que tener la precaución”.

Los vestigios de la violencia aún son visibles. La miscelánea y la tortillería La Glorieta, atacadas y quemadas el 3 de abril, son un recordatorio constante de la tragedia. Los impactos de bala en el portón de la tiendita, testigos silenciosos del asesinato de Nancy, generan escalofríos. A pocos metros, en la tortillería Santiago, otro escenario de violencia se suma a la lista. Un trabajador fue asesinado apenas cuatro días después. Los filtros de control y la revisión de vehículos implementados por las autoridades buscan restablecer la seguridad, pero la herida en la comunidad es profunda.

La captura de tres presuntos responsables de los ataques, informada por la Fiscalía General del Estado, ofrece un atisbo de esperanza. Sin embargo, el retorno a las aulas sigue siendo una incógnita. La decisión se tomará antes del 28 de abril, al concluir el periodo vacacional. Hasta entonces, la incertidumbre y la zozobra seguirán reinando en la colonia La Mira. La comunidad espera ansiosa el regreso a la normalidad, a un futuro donde la educación no se vea truncada por la violencia.

Fuente: El Heraldo de México