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8 de abril de 2025 a las 10:35
¿Terremoto o pesadilla?
La imposición unilateral de aranceles por parte de la administración Trump, bajo el argumento de la reciprocidad, ha generado una onda expansiva de consecuencias negativas a nivel global, que van mucho más allá de un simple ajuste comercial. Lejos de equilibrar la balanza, como se pregonaba, esta medida proteccionista ha detonado una guerra comercial con repercusiones impredecibles. Al romper con las reglas del juego establecidas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) –un organismo que, irónicamente, fue impulsado por los propios Estados Unidos durante décadas–, se ha abierto la puerta a un escenario de incertidumbre y tensiones que amenazan la estabilidad económica mundial.
La arbitrariedad de los porcentajes aplicados, que oscilan entre un 10% y un 50% según el país, revela la falta de un análisis profundo y la ausencia de una estrategia a largo plazo. Mientras que algunos países latinoamericanos y caribeños enfrentan un arancel del 10%, naciones en desarrollo como Lesoto se ven asfixiadas por un 50%, una cifra que pone en jaque sus economías y limita sus posibilidades de crecimiento. China, por su parte, se enfrenta a un 34% adicional, lo que evidencia la clara intención de frenar su ascenso como potencia económica. La Unión Europea, otro actor clave en el escenario global, se ve obligada a contemplar la imposición de aranceles en respuesta a la agresividad estadounidense, planteando un escenario de escalada en las tensiones comerciales.
La excepción de México y Canadá en la aplicación de estos aranceles recíprocos no significa una victoria para estos países. La amenaza latente de la imposición de aranceles del 25% a los automóviles y autopartes producidos en estos países, condiciona la supervivencia del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Este tratado, concebido como un motor de crecimiento para la región, se encuentra en terapia intensiva, sujeto a los vaivenes de la política migratoria y la lucha contra el tráfico de fentanilo. La celebración mexicana por evitar los aranceles recíprocos parece ignorar la espada de Damocles que pende sobre el sector automotriz, columna vertebral del T-MEC.
El desplome de las bolsas de valores a nivel mundial y la amenaza inminente de una recesión son síntomas claros del impacto negativo de estas medidas proteccionistas. La devaluación del peso mexicano, a pesar de una breve recuperación, ilustra la vulnerabilidad de las economías emergentes ante las decisiones unilaterales de las grandes potencias. Si bien Estados Unidos se ha disparado en el pie con estas medidas, a México le ha apuntado directamente al corazón. El llamado "Plan México", por sí solo, no será suficiente para contener el impacto de esta crisis.
La insistencia de Trump en mantener los aranceles, a pesar de la presión generada por la caída de los mercados y la amenaza de una recesión global, nos coloca al borde del precipicio. La posibilidad de retrasar su aplicación por 90 días para dar margen a las negociaciones ofrece un tenue rayo de esperanza. Sin embargo, la incertidumbre persiste y el futuro del comercio internacional se encuentra en un punto crítico. Es imperativo que prevalezca el diálogo y la cooperación internacional para evitar una catástrofe económica global. El proteccionismo, lejos de ser la solución, es un camino peligroso que nos conduce a un callejón sin salida.
Fuente: El Heraldo de México