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8 de abril de 2025 a las 09:15

¿Terremoto o algo más?

La imposición unilateral de aranceles por parte de la administración Trump ha desatado una tormenta en el tablero del comercio internacional, cuyas consecuencias se extienden mucho más allá de las fronteras estadounidenses. La justificación esgrimida, el supuesto abuso de otros países en sus prácticas comerciales, se desmorona ante el análisis de las cifras y las repercusiones que estas medidas proteccionistas están generando. Lejos de nivelar el campo de juego, como se argumentó en su momento, la decisión de imponer aranceles recíprocos, que oscilan entre un 10% y un 50% según el país afectado, ha dinamitado las bases del sistema multilateral de comercio construido pacientemente tras la Segunda Guerra Mundial.

Este sistema, primero con el GATT y posteriormente con la OMC, se fundamentaba en principios clave como la liberalización negociada del comercio, la cláusula de nación más favorecida y el Sistema Generalizado de Preferencias para los países menos desarrollados. Ironía del destino, Estados Unidos fue durante décadas el principal impulsor y beneficiario de este orden, liderando la apertura de mercados y la reducción de barreras comerciales. Ahora, con un giro abrupto e inconsultó, el mismo país que abanderó la globalización comercial se erige como su principal amenaza.

La arbitrariedad de la fórmula empleada para calcular los "aranceles recíprocos" ha sido ampliamente criticada por prestigiosos economistas. Países latinoamericanos, caribeños y del Golfo se enfrentan a un arancel mínimo del 10%, mientras que naciones empobrecidas como Lesoto ven cómo se les impone un arancel superior al 50%. China, una potencia económica en ascenso, se enfrenta a un recargo del 34%, Vietnam del 46%, India del 26% y la Unión Europea del 20%. Estas cifras no son simples números en una hoja de cálculo, son la traducción tangible de un proteccionismo que amenaza con sumir a la economía global en una espiral descendente.

Si bien México y Canadá se han librado de la imposición de estos aranceles recíprocos, la situación dista mucho de ser idílica. La espada de Damocles de los aranceles del 25% a los automóviles y autopartes producidos en ambos países, si bien mitigada por la deducción del contenido de autopartes estadounidenses, sigue pendiendo sobre el Tratado México, Estados Unidos, Canadá (TMEC). Este acuerdo, concebido como la piedra angular de la integración comercial norteamericana, se encuentra en terapia intensiva, con su futuro en entredicho. La condicionalidad impuesta por la administración Trump, que vincula la reducción de estos aranceles al progreso en la lucha contra la migración y el tráfico de fentanilo, añade un elemento de incertidumbre y tensión a la relación trilateral.

La reacción internacional a la política arancelaria de Estados Unidos ha sido diversa, aunque en general marcada por la preocupación y la búsqueda de soluciones. China, con la contundencia que le otorga su peso económico, respondió de inmediato con aranceles retaliatorios del 34% a todos los productos estadounidenses. La Unión Europea ha optado por una estrategia más diplomática, proponiendo la eliminación total de aranceles en el comercio transatlántico, pero con la advertencia de que impondrá sus propios aranceles si Estados Unidos no rectifica su postura. Otros países exploran la vía de la negociación, con la esperanza de mitigar el impacto de esta guerra comercial.

El optimismo inicial en México por haber esquivado los aranceles recíprocos se ha desvanecido ante la evidencia de las graves consecuencias que persisten. La devaluación del peso mexicano, la volatilidad de los mercados financieros y la amenaza de una recesión global son señales inequívocas del daño que esta política proteccionista está infligiendo a la economía mundial. El "balazo en el pie" que Estados Unidos se ha propinado a sí mismo, para México representa un disparo al corazón. El Plan México, por sí solo, no será suficiente para cauterizar la herida. La incertidumbre persiste, y el futuro del comercio internacional se vislumbra incierto y turbulento.

Fuente: El Heraldo de México