
8 de abril de 2025 a las 10:10
Reinvéntate: ¿Qué sigue?
El mundo tiembla ante el impredecible juego de ajedrez comercial que ha desatado Donald Trump. Sus aranceles, cual meteoritos económicos, han impactado a casi todos los rincones del planeta, desde las bulliciosas metrópolis hasta las remotas islas habitadas por pingüinos, quienes, irónicamente, se han visto sometidos a un impuesto del 10% sin haber siquiera levantado una aleta en protesta. La escena global se asemeja a una torre de Babel comercial, con cada nación reaccionando de forma distinta al caótico edicto.
La Unión Europea, con la cautela de un viejo diplomático, analiza con lupa las posibles represalias, evitando por ahora una confrontación directa. Se percibe la tensión, la incertidumbre, el temor a desatar una guerra comercial de consecuencias imprevisibles. Canadá, en cambio, ha optado por una estrategia más agresiva, con una campaña de boicot turístico y comercial que parece surgir de las entrañas mismas de su sociedad. El gobierno canadiense, por su parte, ha desplegado una ofensiva publicitaria en territorio estadounidense, denunciando los aranceles con una contundencia que no deja lugar a dudas.
Mientras tanto, algunas naciones asiáticas, pequeñas pero vitales en el engranaje global, imploran a Trump que reconsidere su decisión. Otras, con una mezcla de pragmatismo y optimismo, han cancelado sus propios aranceles a productos estadounidenses, una ofrenda de paz que, hasta el momento, no ha logrado aplacar la ira del magnate. México, con la serenidad que le caracteriza, busca minimizar el impacto económico, estudiando cada movimiento con la precisión de un ajedrecista.
China, el gigante asiático, no ha titubeado en responder con la misma moneda. Sus represalias comerciales, un espejo de las impuestas por Trump, han resonado en todo el mundo, provocando la furia del presidente estadounidense y el desplome de los mercados asiáticos y europeos. Pekín, lejos de amedrentarse, ha redoblado la apuesta, limitando la exportación de minerales estratégicos, sometiendo a filiales de empresas estadounidenses a rigurosas investigaciones y auditorías, y frenando la venta de TikTok a un grupo de compradores en Estados Unidos. La tensión se palpa en el aire, como una tormenta eléctrica a punto de estallar.
En este escenario de incertidumbre, empresas de todo el mundo buscan soluciones desesperadamente, mientras abogados, contadores y fiscalistas se preparan para un festín de tecnicismos legales, explorando cada resquicio para mitigar el impacto de los aranceles. Es una carrera contra el tiempo, una lucha por la supervivencia en un mundo comercial que se ha vuelto un campo minado.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cuánto durará esta locura? La experiencia nos dice que negociar con Trump es como navegar en un mar embravecido. Su imprevisibilidad, su tendencia a cambiar de opinión como quien cambia de camisa, hacen que cualquier acuerdo sea tan frágil como un castillo de naipes. Nos enfrentamos, quizás, al fin de un sistema que, con sus defectos y virtudes, rigió el comercio mundial durante décadas. Un sistema que, como decía Churchill, era el menos peor. Ahora, nos adentramos en territorio desconocido, con la inquietante sensación de que el futuro se escribe con tinta invisible. ¿Qué nos deparará el mañana? Sólo el tiempo lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México