
8 de abril de 2025 a las 12:30
Plantas en USA: ¿Vale la pena el precio?
La sombra de la incertidumbre se cierne sobre la industria automotriz norteamericana. La posible interrupción del flujo de vehículos entre México, Canadá y Estados Unidos, planteada ante la eventual aplicación de aranceles, no solo amenaza con redibujar el mapa productivo del sector, sino que también podría desencadenar un efecto dominó de consecuencias económicas impredecibles. La Industria Nacional de Autopartes (INA) ha lanzado una advertencia que resuena con fuerza: la necesidad de migrar 18 plantas y una inversión colosal de 50 mil millones de dólares en un plazo de cinco a seis años. Una cifra que pone de manifiesto la magnitud del desafío y la complejidad de la reestructuración que se avecina.
Imaginen el impacto: 18 plantas arrancadas de su entorno, miles de empleos en vilo, una cadena de suministro que se reconfigura a marchas forzadas. La inversión de 50 mil millones de dólares, aunque necesaria para la adaptación a la nueva realidad, representa un esfuerzo titánico que pondrá a prueba la resiliencia del sector. No se trata solo de trasladar maquinaria y equipo, sino de reconstruir un entramado productivo complejo, con sus correspondientes implicaciones logísticas, laborales y sociales.
El fantasma de los aranceles, ese 25% que se cierne sobre el acero y el aluminio, se traduce en un golpe directo a la línea de flotación de la industria de autopartes. El incremento estimado de tres mil millones de dólares en los costos, pasando de 11 mil 757 millones a 14 mil 696 millones, es una carga difícil de asumir. Una carga que, inevitablemente, se trasladará al consumidor final, encareciendo el precio de los vehículos y afectando la demanda en un mercado ya de por sí sensible a las fluctuaciones económicas.
La decisión de Stellantis de frenar la producción en sus plantas en México y Canadá, junto con la medida de Nissan de detener los pedidos de vehículos procedentes de Estados Unidos, son señales alarmantes. Son la punta del iceberg de una crisis que podría tener consecuencias devastadoras. La incertidumbre sobre las reglas de aplicación de los aranceles dificulta la tarea de calcular el impacto real en la producción y exportación en México, pero las estimaciones preliminares apuntan a un incremento en el costo de los vehículos de entre tres mil y ocho mil dólares en Estados Unidos. Un aumento considerable que podría enfriar las ventas y afectar la rentabilidad de las empresas.
El hecho de que la industria de autopartes mexicana exporte el 86% de su producción a Estados Unidos, con un valor que alcanzó los nueve mil 177 millones de dólares en enero, pone de relieve la interdependencia entre ambos países y la vulnerabilidad del sector ante las tensiones comerciales. La situación actual exige un diálogo constructivo y la búsqueda de soluciones que permitan preservar la integración productiva y evitar un escenario de consecuencias negativas para todos los involucrados.
El futuro de la industria automotriz pende de un hilo. La amenaza de los aranceles y la reestructuración que conlleva representan un reto de enormes proporciones. Es crucial que los gobiernos, las empresas y los trabajadores unan esfuerzos para encontrar una salida que garantice la estabilidad del sector y el bienestar de las comunidades que dependen de él. El tiempo apremia y la necesidad de actuar es imperativa.
Fuente: El Heraldo de México