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8 de abril de 2025 a las 23:45
Llamadas falsas al 911: ¿Qué podemos hacer?
La saturación de las líneas de emergencia, un problema que nos afecta a todos. Imaginen un escenario: un incendio arrasa un edificio, una persona sufre un infarto, un asalto está en curso… cada segundo cuenta. Pero las líneas de emergencia, el vital conducto de auxilio, están colapsadas. Miles de llamadas, la mayoría improcedentes, bloquean el acceso a quienes realmente necesitan ayuda. Esta es la preocupante realidad que describe Salvador Guerrero Chiprés, Coordinador General del C5 de la Ciudad de México.
Un alarmante 57% de las 20 mil llamadas diarias que recibe el C5 no son emergencias. Veinte mil llamadas, una cifra que refleja la magnitud del problema. Y de esas, más de la mitad, un apabullante 57%, no corresponden a situaciones que requieran atención inmediata. Pensemos en la cantidad de vidas que podrían estar en riesgo mientras operadores atienden llamadas que van desde bromas pesadas hasta consultas sobre trámites gubernamentales.
No se trata solo de la Ciudad de México. El problema se extiende, como una mancha de aceite, a las entidades vecinas del Valle de México. Estas llamadas, provenientes de una población que supera los 20 millones de habitantes, convergen en el C5, saturando un sistema diseñado para salvar vidas. La magnitud del problema nos obliga a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos.
¿Qué hay detrás de estas llamadas improcedentes? Guerrero Chiprés apunta a una falta de conciencia cívica y responsabilidad ciudadana. Muchos parecen olvidar la vital función de estas líneas, usándolas como un servicio de información general, un desahogo para sus frustraciones o, peor aún, para realizar bromas de mal gusto. Las consecuencias pueden ser devastadoras.
Imaginemos a una persona mayor sufriendo un accidente cerebrovascular, sus familiares desesperados intentando contactar con los servicios de emergencia, pero la línea está ocupada. Minutos preciosos se pierden mientras alguien, al otro lado de la línea, realiza una broma o consulta el horario de un museo. Esta no es una exageración, es una realidad que se repite a diario.
Entre las llamadas no procedentes, se encuentran no solo las bromas, sino también las provocaciones, los insultos y las llamadas recurrentes de personas con problemas que requieren otro tipo de atención. Si bien es importante atender las necesidades de todos los ciudadanos, es crucial comprender que las líneas de emergencia tienen un propósito específico: salvar vidas.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? La clave está en la educación y la concientización. Debemos promover una cultura de responsabilidad en el uso de las líneas de emergencia. Enseñar a los niños, desde temprana edad, la importancia de utilizar el 911 solo en situaciones reales de emergencia. Difundir campañas informativas en medios de comunicación, redes sociales y espacios públicos. Recordar constantemente que una llamada improcedente puede tener consecuencias fatales.
La tecnología también puede jugar un papel importante. Se podrían implementar sistemas de filtrado de llamadas, inteligencia artificial que detecte patrones de llamadas maliciosas o recurrentes. También se podrían desarrollar aplicaciones móviles que ofrezcan información sobre servicios gubernamentales, alternativas de contacto para no saturar las líneas de emergencia.
En definitiva, se trata de un problema complejo que requiere un enfoque multifacético. Pero el primer paso, el más importante, está en nuestras manos. Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de utilizar las líneas de emergencia con consciencia y respeto, entendiendo que de ello pueden depender vidas. El futuro de nuestro sistema de emergencias, y en última instancia, la seguridad de todos, está en juego.
Fuente: El Heraldo de México