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8 de abril de 2025 a las 05:40

Joven atleta muere tras castigo extremo

La trágica muerte de Calvin Dickey, el joven atleta de 18 años que falleció tras un extenuante castigo impuesto por su entrenador en la Universidad Bucknell, ha desatado una ola de indignación y un clamor por justicia que resuena con fuerza en todo el país. El suceso, ocurrido en julio de 2024 durante su primer entrenamiento con el equipo de fútbol americano, ha puesto en el ojo del huracán los métodos de entrenamiento utilizados en la institución y la responsabilidad de la universidad en la protección de la salud de sus estudiantes.

La polémica se centra en la decisión del entrenador de obligar a Dickey a realizar 100 burpees, un ejercicio de alta intensidad que combina saltos, flexiones y sentadillas. A pesar de que Dickey era una promesa del deporte, su cuerpo no pudo soportar la exigencia. El joven padecía una rara condición de sobrecarga muscular que le impedía realizar entrenamientos intensos sin pausas adecuadas, una información que, según la demanda interpuesta por sus padres, había sido comunicada tanto a la universidad como al propio entrenador.

La tragedia se desencadenó rápidamente. Tras el extenuante castigo, Dickey colapsó. Fue trasladado de urgencia al hospital, pero su corazón no resistió. Dos días después, fallecía a causa de una rabdomiólisis relacionada con células falciformes, una lesión poco común que provoca el desgaste muscular.

La familia de Dickey, destrozada por la pérdida, busca respuestas y justicia. Acusan a la Universidad Bucknell de negligencia, argumentando que la institución conocía la condición médica del joven y no tomó las medidas necesarias para proteger su salud. La demanda presentada ante el Tribunal de Primera Instancia de Filadelfia el 2 de abril, detalla las supuestas advertencias realizadas por los padres y la omisión del entrenador al ignorarlas. Señalan que la universidad falló en su deber de cuidado, priorizando un entrenamiento riguroso por encima del bienestar de un estudiante vulnerable.

La Universidad Bucknell, por su parte, ha respondido a la demanda expresando sus condolencias a la familia y reiterando su compromiso con la salud y seguridad de sus estudiantes. Sin embargo, esta declaración no ha aplacado la indignación pública. Muchos cuestionan la cultura deportiva que impera en algunas instituciones, donde la presión por el rendimiento puede llevar a excesos que ponen en riesgo la salud de los atletas.

El caso de Calvin Dickey ha abierto un debate crucial sobre la responsabilidad de las universidades en la protección de sus estudiantes, la necesidad de adaptar los entrenamientos a las condiciones individuales de cada atleta y la importancia de priorizar la salud por encima de la competencia. La búsqueda de justicia por parte de la familia Dickey no solo busca esclarecer las circunstancias de su muerte, sino también impulsar un cambio real en el sistema que prevenga futuras tragedias. El futuro del deporte universitario, y la vida de muchos jóvenes atletas, dependen de ello. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuántos Calvin Dickey más tendrán que perder la vida antes de que se produzca un cambio significativo?

Fuente: El Heraldo de México