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8 de abril de 2025 a las 09:40

Ideas Brillantes

Nos encontramos en una era de paradojas, donde la modernidad convive con el resurgimiento de fantasmas del pasado. Aquellos que, como yo, presenciamos la caída del Muro de Berlín y la transformación del panorama político global, creímos en la promesa de un mundo abierto, interconectado, donde la democracia liberal se alzaba como el modelo a seguir. Sin embargo, la irrupción de figuras como Donald Trump, con su proteccionismo y su retórica aislacionista, ha resquebrajado esa ilusión. La globalización, antaño celebrada, se ve ahora amenazada por el retorno de nacionalismos exacerbados y políticas que cierran fronteras, tanto físicas como ideológicas. Y aunque la tecnología nos conecta como nunca antes, la idea del "ciudadano global" parece desvanecerse en un mundo cada vez más fragmentado.

Este fenómeno no se limita al ámbito internacional. A nivel local, asistimos al ascenso de líderes políticos que, hasta hace poco, eran considerados marginales. Personajes que, con discursos incendiarios y propuestas simplistas, han capitalizado el descontento social y la desilusión con las élites tradicionales. En México, desde 2018, hemos sido testigos de un espectáculo político sin precedentes, donde la ocurrencia y la provocación se han convertido en las herramientas predilectas del poder. El expresidente López Obrador, con su retórica populista y su desprecio por las convenciones, estableció un nuevo estilo de hacer política, basado en la confrontación permanente y la polarización. Un estilo que, lamentablemente, parece haber sentado escuela.

La llegada de la primera mujer a la presidencia de México generó la esperanza de un cambio de rumbo, de un giro hacia la moderación y la sensatez. Sin embargo, esas expectativas se han visto frustradas. El circo político continúa, las ocurrencias siguen a la orden del día. ¿Un ejemplo? Los "Chocolates del Bienestar". Una iniciativa absurda, que refleja la incapacidad del gobierno para abordar los problemas reales del país. En lugar de implementar políticas públicas eficientes para combatir la malnutrición infantil, se opta por repartir golosinas, en una clara muestra de populismo barato.

Y qué decir del escándalo desatado por la apología al narcotráfico en un concierto en Guadalajara. La respuesta del gobierno: un concurso de canciones "por la paz y contra las adicciones". Otra ocurrencia más, que demuestra la desconexión de la realidad y la falta de seriedad con la que se abordan temas tan delicados como la inseguridad y el narcotráfico. Se pretende combatir la violencia con canciones, mientras la sociedad exige acciones concretas y resultados tangibles.

En definitiva, vivimos tiempos confusos, donde la razón parece haber perdido terreno frente a la demagogia y la frivolidad. Un panorama preocupante, que nos obliga a reflexionar sobre el rumbo que están tomando nuestras sociedades y a exigir a nuestros líderes responsabilidad, seriedad y compromiso con el bien común. No podemos permitir que las ocurrencias y los disparates continúen siendo la norma en la política. Es tiempo de exigir más, de apostar por la inteligencia, la sensatez y el diálogo constructivo. Es tiempo de recuperar la esperanza en un futuro mejor.

Fuente: El Heraldo de México