Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

8 de abril de 2025 a las 09:40

Domina tus síntomas

La imagen de dos Consulados Generales de México en Estados Unidos paralizados por la falta de pago a sus empleados locales, aunque parezca un incidente aislado, revela una problemática mucho más profunda y preocupante: la asfixia presupuestal que sufre la Secretaría de Relaciones Exteriores. No se trata de un hecho inédito, sino de una constante histórica que ha minado la capacidad de la Cancillería para desempeñar sus funciones con la eficacia que demanda la compleja realidad internacional. Año tras año, la SRE ha visto mermados sus recursos, obligada a hacer malabares con un presupuesto insuficiente para afrontar responsabilidades de enorme envergadura. Esta situación, lamentablemente, ha sido perpetuada por distintos gobiernos, que han relegado a la política exterior a un segundo plano, subestimando su importancia estratégica para el país.

La precariedad financiera de la SRE no solo afecta a sus diplomáticos de carrera, sino que impacta de manera aún más severa a los cerca de 1,500 empleados locales que prestan sus servicios en los consulados mexicanos en Estados Unidos. Estos trabajadores, en su mayoría mexicanos residentes en el país vecino, constituyen la primera línea de atención a la numerosa comunidad de connacionales que requieren asistencia y protección. Su labor es fundamental para garantizar el bienestar de millones de mexicanos en el exterior, y sin embargo, sus salarios son significativamente inferiores a los de sus contrapartes en otras representaciones diplomáticas, además de sufrir constantes retrasos en los pagos, como el que ha provocado la reciente crisis. Imaginen la angustia de estas familias, que dependen de un ingreso que llega tarde e insuficiente, en un país con un alto costo de vida como Estados Unidos. ¿Cómo pueden brindar un servicio eficiente y digno a sus compatriotas si viven con la incertidumbre de no saber cuándo recibirán su salario?

La intervención de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para anunciar ajustes administrativos en la Secretaría de Hacienda y prometer una solución al problema, ofrece un rayo de esperanza. Sin embargo, es crucial que estas medidas no se limiten a apagar el fuego del momento, sino que aborden la raíz del problema: la crónica falta de recursos que padece la Cancillería. Es imperativo que el diagnóstico anunciado por el gobierno federal se traduzca en un incremento sustancial del presupuesto asignado a la SRE, que le permita no solo cumplir con sus obligaciones salariales, sino también modernizar su infraestructura, capacitar a su personal y fortalecer su presencia en el escenario internacional.

No podemos permitir que la política exterior de México siga siendo rehén de la austeridad mal entendida. La atención a la diáspora, la defensa de los intereses nacionales, la promoción del comercio y la cooperación internacional son tareas esenciales que requieren una inversión adecuada. Invertir en la SRE es invertir en el futuro de México. Es apostar por un país con una voz fuerte y respetada en el mundo, capaz de defender los derechos de sus ciudadanos y contribuir a la construcción de un orden internacional más justo y equitativo. La crisis en los consulados es un llamado de atención que no podemos ignorar. Es hora de que el gobierno reconozca la importancia estratégica de la política exterior y le otorgue el lugar que le corresponde en la agenda nacional.

La situación actual nos invita a reflexionar sobre el valor del servicio exterior y la necesidad de dignificarlo. Los diplomáticos de carrera y los empleados locales son servidores públicos comprometidos con la defensa de los intereses de México en el exterior. Merecen un trato justo y equitativo, que reconozca su labor y les permita desempeñarla con la dignidad y el profesionalismo que exige la representación de un país soberano. No se trata solo de aumentar los salarios, sino de ofrecerles las condiciones necesarias para que puedan desarrollar todo su potencial y contribuir al fortalecimiento de la política exterior mexicana. El futuro de México en el mundo depende, en gran medida, de la capacidad y el compromiso de su servicio exterior. Es hora de invertir en ellos y brindarles el apoyo que necesitan para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

Fuente: El Heraldo de México