
8 de abril de 2025 a las 09:25
Descubre al Flâneur Digital
La figura del flâneur, ese paseante urbano que Baudelaire inmortalizó en el siglo XIX, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con el entorno digital. Baudelaire nos presentó al flâneur como un artista, un observador agudo que encontraba la belleza y la poesía en el caos de la modernidad parisina. Su mirada, libre de las ataduras de la productividad y el consumo, le permitía diseccionar la realidad y encontrar significado en lo aparentemente trivial. Imaginemos a ese flâneur, con su bastón y su sombrero de copa, recorriendo los bulevares, absorbiendo el ritmo de la ciudad, los rostros de sus habitantes, las luces y las sombras. Era un acto de rebeldía, una forma de resistirse a la homogeneización impuesta por la naciente sociedad industrial.
Como bien apuntó Walter Benjamin décadas después, la vorágine del capitalismo, con su énfasis en la producción y el consumo, amenazaba con extinguir esta figura. El flâneur, en su esencia contemplativa, parecía incompatible con la velocidad y la eficiencia que demandaba el nuevo orden. La ciudad, antes un espacio de exploración y descubrimiento, se convertía en un escenario para la transacción comercial, un lugar donde el individuo era reducido a la categoría de consumidor. Las mismas calles que inspiraron a Baudelaire se transformaban en un laberinto de escaparates y anuncios publicitarios.
Sin embargo, el espíritu del flâneur, como un ave fénix, resurgió de las cenizas con la llegada de internet. El ciberespacio, con su infinita red de información y conexiones, se presentaba como un nuevo bulevar para la exploración. El navegador se convertía en el nuevo bastón del flâneur digital, guiándolo a través de un laberinto de páginas web, blogs y foros. De pronto, la curiosidad y la capacidad de asombro, características inherentes al flâneur, encontraban un nuevo territorio donde florecer. La promesa de un espacio virtual donde el conocimiento era accesible para todos, donde las ideas podían fluir libremente, evocaba la utopía de una nueva era de la ilustración.
Lamentablemente, esta promesa se ha visto empañada por la creciente influencia de las inteligencias artificiales. Los algoritmos, diseñados para optimizar la experiencia del usuario, han terminado por confinarlo en una burbuja de información pre-seleccionada. Ya no navegamos con la libertad y la curiosidad del flâneur original, sino que somos guiados por la mano invisible del algoritmo, que nos conduce por caminos preestablecidos, mostrándonos solo aquello que cree que queremos ver. La serendipia, ese encuentro fortuito con lo inesperado, que era la esencia misma de la experiencia del flâneur, se ha vuelto una rareza.
Nos encontramos, pues, ante un nuevo desafío: cómo recuperar el espíritu del flâneur en la era de la inteligencia artificial. No se trata de rechazar la tecnología, sino de utilizarla de forma consciente y crítica. Debemos resistir la tentación de delegar nuestra capacidad de exploración y descubrimiento a un algoritmo. La clave, como señala Acierno al referirse a Baudelaire, está en no dejarnos arrastrar por las amenazas de la modernidad digital, sino en habitarla con criterio e integridad. Debemos ser los arquitectos de nuestra propia experiencia online, cultivando la curiosidad y la capacidad de asombro, buscando activamente la diversidad de perspectivas y resistiendo la homogeneización que nos imponen los algoritmos. Solo así podremos convertir el ciberespacio en un verdadero espacio de exploración y descubrimiento, un lugar donde el espíritu del flâneur pueda seguir vivo.
Fuente: El Heraldo de México