
8 de abril de 2025 a las 16:05
Alerta: 3 estudiantes desaparecidos en Guadalajara
La angustia se extiende como una sombra sobre la Universidad de Guadalajara. En tan solo una semana, tres jóvenes estudiantes han desaparecido, dejando a sus familias, amigos y a toda la comunidad universitaria sumidos en la incertidumbre y el temor. La secuencia de desapariciones, ocurridas en distintos puntos del Área Metropolitana de Guadalajara, ha desatado una ola de manifestaciones y exige respuestas urgentes por parte de las autoridades. El miedo se palpa en el aire, y la pregunta que resuena en todos los rincones es: ¿qué está pasando con nuestros jóvenes?
El primer caso, el de Edgar Axel Ríos Urzúa, de tan solo 15 años, nos golpea con la crudeza de su cotidianidad interrumpida. Imaginen la escena: un joven que, como cualquier otro, se comunica con sus padres por mensaje de texto, avisando que va camino a casa. Un mensaje que se convierte en la última señal de su presencia. La espera infructuosa, la angustia que crece minuto a minuto, la desesperación que se apodera de la familia. Las cámaras de seguridad, testigos silenciosos, registran sus últimos pasos cerca de la estación CUCEI de la Línea 3 del tren ligero. ¿Qué sucedió después? ¿Dónde está Edgar? Su madre, Melanie Urzúa, con el corazón destrozado, comparte públicamente su dolor, con la esperanza de que alguien, en algún lugar, tenga información que pueda ayudar a encontrarlo. La playera negra con estampado blanco, los pantalones y tenis negros, la mochila… detalles que se convierten en señas de identidad, en la esperanza de reconocerlo entre la multitud.
La desaparición de Jesús Bryan Huidor Rojo, de 17 años, añade otra capa de preocupación a este panorama desolador. Un joven estudiante de preparatoria, con toda una vida por delante, se desvanece en la colonia San Juan de Dios. La playera blanca, el pantalón azul, los tenis negros, la mochila azul marino… otra vez, la descripción de la ropa se convierte en un grito desesperado por encontrarlo. La cicatriz en el mentón, los brackets con ligas negras, pequeños detalles que sus seres queridos recuerdan con dolor, esperando que alguien más los reconozca y pueda aportar alguna pista.
Y luego, la desaparición de Miguel Alejandro Medina del Castillo, también de 17 años, completa este trágico tríptico. La colonia San Rafael se convierte en otro escenario de angustia. La playera polo, el pantalón azul rasgado, los tenis negros, la gorra negra con la ruleta dorada… cada detalle de su vestimenta se convierte en una pieza de un rompecabezas que nadie logra armar. Los tatuajes, marcas indelebles en su piel, se suman a las señas particulares: el rostro feliz en el hombro derecho, el rostro triste en el izquierdo, la leyenda "420", "Loyalty", "Sad Boy", "Natalie"… un joven con una historia, con sueños, con una vida que ha sido brutalmente interrumpida. Su cabello lacio y corto, su tez morena clara, su complexión delgada, su altura de 1.73 metros… datos que se repiten una y otra vez en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las conversaciones de pasillo, en los susurros preocupados de una comunidad que se siente vulnerable.
Tres jóvenes, tres historias, tres familias destrozadas. La Universidad de Guadalajara se ha convertido en un símbolo de la incertidumbre que se vive en la ciudad. Las manifestaciones son un grito desesperado que exige justicia, que clama por respuestas, que busca a sus hijos perdidos. ¿Qué está pasando en Guadalajara? ¿Dónde están Edgar, Jesús y Miguel? La comunidad universitaria, unida por el dolor y la indignación, exige a las autoridades que no escatimen esfuerzos en la búsqueda de estos jóvenes. El tiempo corre, y cada minuto que pasa aumenta la angustia y la desesperación. La esperanza, sin embargo, se mantiene viva, como una pequeña llama que se niega a apagarse.
Fuente: El Heraldo de México