La histórica jornada del 6 de abril resonará por mucho tiempo en los corazones de los mexicanos. No solo por la magnitud de la Clase Nacional de Boxeo, un evento sin precedentes que unió a los 32 estados de la república bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, sino también por el poderoso mensaje de unidad, paz y lucha contra las adicciones que transmitió. Imaginen la escena: el Zócalo capitalino, un mar de verde, blanco y rojo, vibrante con la energía de miles de participantes. Repliquen esa imagen en plazas, ciudades, alcaldías e incluso cárceles a lo largo y ancho del país. Un verdadero testimonio del poder del deporte para congregar y motivar. Figuras legendarias como Julio César Chávez, Oscar de la Hoya, Roberto Durán, Marco Antonio Barrera y Rubén "Puas" Olivares, junto a un elenco de campeones y campeonas, engalanaron el evento, inspirando a las nuevas generaciones con su ejemplo de perseverancia y disciplina. La impecable organización, fruto del trabajo titánico del Consejo Mundial de Boxeo, Prodeb y los Institutos del Deporte de cada estado, bajo la dirección de Miguel Torruco, merece un reconocimiento especial. Treinta rounds, sincronizados en todo el territorio nacional, se convirtieron en un símbolo de la lucha colectiva por un México mejor.

Pero la actividad boxística no se limita a nuestras fronteras. La semana pasada, Las Vegas fue testigo de una cumbre dedicada al boxeo femenil, un espacio de vital importancia para el crecimiento y desarrollo de esta disciplina. En un ambiente de colaboración y aprendizaje, se abordaron temas cruciales como la salud de las peleadoras, la planificación de su futuro después del ring y estrategias para aumentar su valor de mercado. La presencia de figuras icónicas como Laila Ali, Christy Martin, Mia St. John y Jackie Nava enriqueció el diálogo y brindó una perspectiva invaluable sobre los retos y las oportunidades que enfrentan las mujeres en el mundo del boxeo.

Es fundamental destacar que el boxeo femenil, al igual que otros deportes, cuenta con reglas específicas diseñadas para proteger la integridad física de las atletas, considerando las diferencias anatómicas y estructurales entre hombres y mujeres. La limitación a 10 rounds de dos minutos cada uno es un ejemplo de estas medidas. Además, el WBC mantiene una postura firme en cuanto a la participación de personas trans o con condiciones cromosómicas que les otorguen ventajas competitivas en combates femeninos. Esta decisión, basada en la seguridad y la equidad, no debe interpretarse como discriminación, sino como una protección necesaria en un deporte de contacto donde los riesgos son inherentes. Recordamos la anécdota de Don José Sulaimán, quien con valentía y convicción defendió la inclusión del boxeo femenil ante la incomprensión y los prejuicios de algunos. Su legado de justicia y respeto sigue guiando al WBC en su compromiso con la igualdad y la integridad del deporte.

El boxeo no es un juego, es una disciplina que exige esfuerzo, dedicación y respeto. Es un deporte que une a las naciones, inspira a las nuevas generaciones y promueve valores fundamentales como la disciplina, la perseverancia y el respeto. El futuro del boxeo, tanto masculino como femenino, se vislumbra brillante, con un enfoque en la salud, la seguridad y la igualdad de oportunidades para todos los atletas.