La repentina partida de Memo del Bosque ha dejado un vacío inmenso en la industria del entretenimiento mexicano. Su visión innovadora y su inigualable talento como productor marcaron una época en la televisión, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva. Más allá de sus logros profesionales, las anécdotas que compartió a lo largo de su carrera cobran hoy una relevancia especial, permitiéndonos vislumbrar la personalidad del hombre detrás de las cámaras. Una de estas historias, que ha resurgido con fuerza tras su fallecimiento, es la que relata su experiencia trabajando con el enigmático Luis Miguel.

El relato, compartido con la camaradería que solo la amistad permite, en el canal de YouTube de Jorge "El Burro" Van Rankin, nos transporta a los preparativos de un concierto especial de Luis Miguel en el Auditorio Nacional. Del Bosque, con su característico entusiasmo, describe los desafíos que enfrentó, desde las dudas iniciales del equipo del cantante hasta la aprobación final del propio "Sol". Imaginemos la escena: una grúa imponente dominando el escenario, la tensión en el ambiente ante la llegada del artista, y la convicción de Del Bosque de que su idea, aunque arriesgada, resultaría en un espectáculo inolvidable.

La anécdota no se limita a la parte técnica, sino que revela la personalidad meticulosa y perfeccionista de Luis Miguel. Tras un agotador concierto, el cantante, en lugar de retirarse a descansar, se queda a revisar minuciosamente la grabación del show junto a Del Bosque. Imaginen la sorpresa del productor al ver a Luis Miguel, ya cansado, analizando cada detalle, comentando sobre su cabello despeinado, buscando la perfección en cada toma. Un gesto que revela no solo su profesionalismo, sino también la confianza que depositó en el trabajo de Del Bosque.

El viaje a Los Ángeles para presentar el producto final añade otro capítulo fascinante a esta historia. La imagen de Luis Miguel, impasible ante la mayoría de las situaciones, poniéndose de pie a bailar al ritmo de su propia música, contagiando su alegría a todos los presentes, es un testimonio del impacto que el trabajo de Del Bosque logró generar. Un momento de genuina celebración que trascendía lo profesional para convertirse en una conexión humana.

La invitación a cenar, la conversación íntima en un restaurante casi vacío, el gesto de agradecimiento de un artista usualmente reservado, son detalles que completan el cuadro, mostrando la admiración mutua y el respeto que se forjó entre ambos. La anécdota de Memo del Bosque no solo nos acerca a la figura de Luis Miguel, sino que también nos revela la grandeza del propio Del Bosque: un hombre capaz de conectar con los artistas, de entender sus visiones, y de transformarlas en experiencias inolvidables. Un legado que, sin duda, seguirá inspirando a generaciones futuras. Su partida deja un vacío, pero también un tesoro de historias que nos permiten recordarlo con la admiración y el cariño que se merece.