
7 de abril de 2025 a las 14:05
Asegura tu futuro: ¡Independencia financiera YA!
La presión del "reloj biológico" sigue resonando en los oídos de las mujeres modernas, un eco persistente de un artículo publicado en el Washington Post en 1978. Aquella metáfora, acuñada por Richard Cohen, se infiltró en el imaginario colectivo, transformándose en un instrumento de presión social que recordaba a las mujeres, con insistente tictac, que su "verdadero" propósito era la maternidad, relegando sus ambiciones profesionales a un segundo plano. En una época donde las mujeres comenzaban a abrirse paso en el mundo laboral, esta idea actuó como un freno, un recordatorio patriarcal de los roles tradicionales que se esperaba que cumplieran.
Más allá de una simple metáfora, el "reloj biológico" se convirtió en un mecanismo de control, perpetuando estereotipos de género que confinaban a la mujer al rol de cuidadora, de sumisa, como si estas características fueran inherentes a la maternidad, un "cautiverio en el lenguaje", como diría Marcela Lagarde.
Las consecuencias de esta presión social se reflejan crudamente en las estadísticas actuales. La Organización Mundial del Trabajo revela una brecha salarial alarmante: en México, las madres ganan un 33.2% menos que las mujeres sin hijos. Esta desigualdad se agrava al considerar los gastos adicionales que enfrentan las madres, desde guarderías hasta la pérdida de salario por ausencias justificadas por el cuidado familiar. Los cuidados, lejos de ser valorados, se traducen en una carga económica y emocional, un llanto silencioso que a menudo pasa desapercibido.
Por otro lado, las mujeres que deciden priorizar su carrera profesional y posponen o renuncian a la maternidad, se enfrentan a un escrutinio social implacable, a cuestionamientos constantes sobre sus decisiones personales. La sociedad, impregnada de la idea del "reloj biológico", las juzga, las etiqueta, las aparta del ideal femenino preconcebido.
Es crucial entender que la deconstrucción del mito del "reloj biológico" es fundamental para la construcción de la autonomía económica de las mujeres, un pilar esencial en la lucha contra la violencia de género. La dependencia financiera, sea cual sea la decisión respecto a la maternidad, es la principal barrera que impide a muchas mujeres romper el ciclo de la violencia.
El verdadero reloj que debería preocuparnos, el que debería resonar con urgencia en nuestros oídos, es el que marca el tiempo que nos queda para construir una sociedad más justa e igualitaria. Un reloj que nos impulsa a unir fuerzas, desde el sector público y privado, para crear condiciones que permitan la independencia de las mujeres, tanto física como económica. Ambas autonomías, intrínsecamente ligadas, pueden generar un círculo virtuoso de empoderamiento o, por el contrario, un círculo vicioso de opresión. Tic tac, el tiempo corre, y la necesidad de actuar es imperante. No podemos permitir que el eco del "reloj biológico" siga silenciando las aspiraciones y limitando las oportunidades de las mujeres. El futuro, un futuro libre de presiones y estereotipos, depende de nuestra capacidad para desafiar las normas establecidas y construir un presente más equitativo.
Fuente: El Heraldo de México