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7 de abril de 2025 a las 05:45
Arte fronterizo: Voces en tiempos turbulentos
El arte como resistencia y puente en la era Trump: Una perspectiva desde la frontera
La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos marcó un antes y un después en las relaciones binacionales, especialmente en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos. Su retórica incendiaria y las políticas migratorias restrictivas generaron un clima de incertidumbre y tensión, impactando de manera directa en la vida de las comunidades que comparten esta región. Sin embargo, en medio de la adversidad, el arte se erige como un poderoso instrumento de resistencia, una herramienta para tender puentes y derribar los muros, tanto físicos como ideológicos, que intentan separar a dos culturas.
Benito del Águila, reconocido promotor cultural de la región, ve en este contexto una oportunidad única para que los artistas reclamen su rol como agentes de cambio. "El arte no es un lujo, es una necesidad", afirma Del Águila. "Es a través de la creación artística que podemos expresar nuestras realidades, nuestras preocupaciones, nuestros sueños. Y es a través del arte que podemos conectar con el otro, con el que es diferente, y encontrar puntos de encuentro".
La censura del cartel del Festival de Cine Latino de San Diego, donde se modificó digitalmente la obra de la artista binacional Panca, eliminando una referencia a la migración, es un ejemplo palpable de cómo la narrativa impuesta desde el poder intenta silenciar las voces disidentes. Este acto, lejos de amilanar a la comunidad artística, ha servido como catalizador para reafirmar la importancia de la libertad de expresión y la necesidad de defender los espacios de creación.
Ante los recortes a programas federales de apoyo a la cultura, Del Águila y otros promotores han redoblado esfuerzos para apoyar a los artistas, especialmente aquellos que han dedicado su trabajo a documentar las consecuencias de las guerras y los conflictos sociales. Iniciativas como Art Walk San Diego y Art Walk Rosarito se convierten en plataformas vitales para la difusión del arte y la creación de diálogos interculturales.
La experiencia de Del Águila durante la crisis económica del 2008, cuando Rosarito se convirtió en un pueblo fantasma debido a la burbuja inmobiliaria y la crisis de seguridad, demuestra el poder transformador del arte. A través de la perseverancia y la promoción del Art Walk Rosarito, lograron revertir la imagen negativa de la ciudad y reactivar el turismo cultural. "El arte no solo transforma la percepción de un lugar", reflexiona Del Águila, "sino que transforma a las personas. Nos abre a nuevas realidades, nos conecta con la humanidad del otro, y nos permite construir puentes de entendimiento".
En un contexto de polarización y divisiones, el arte se presenta como un antídoto contra el miedo y la intolerancia. Es en la frontera, en ese espacio de encuentro entre culturas, donde el arte cobra una relevancia aún mayor, recordándonos que más allá de las diferencias, somos parte de una misma humanidad.
Fuente: El Heraldo de México