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7 de abril de 2025 a las 15:50
Abuelos calcinados: Extorsión y armas, las claves
La sombra del crimen organizado se extiende una vez más sobre Acapulco, dejando tras de sí un rastro de dolor, indignación y miedo. Un acto de barbarie inimaginable ha sacudido a la colonia La Mira, donde la vida de una pareja de ancianos y una joven mujer fue brutalmente arrebatada por la violencia. El simple hecho de ganarse la vida honradamente, de trabajar día a día en su tortillería y tienda de abarrotes, se convirtió en su sentencia de muerte. No pagaron el "derecho de piso", esa extorsión criminal que asfixia a tantos pequeños negocios, y el precio fue el más alto.
Imaginen por un momento la escena: el sol comenzando a descender, la tarde del jueves 3 de abril. La rutina diaria en La Mira, interrumpida por el rugido de motocicletas. Ocho hombres, rostros cubiertos por la impunidad, irrumpen en la tranquilidad de la calle Rubén Mora, esquina con 13 de septiembre. Sin mediar palabra, abren fuego contra la tortillería y la tienda contigua, convirtiendo el lugar en un infierno de balas y llamas. Una pareja de ancianos, dueños de la tortillería, y una joven mujer, que atendía la tienda de abarrotes, no tuvieron oportunidad de defenderse. Sus vidas fueron apagadas en un instante, consumidas por la violencia irracional.
El fuego, avivado por la gasolina que rociaron los criminales, devoró rápidamente los pequeños negocios, símbolo del trabajo y esfuerzo de las víctimas. Los bomberos, con valentía y profesionalismo, lograron controlar las llamas, pero el daño ya estaba hecho. La escena que encontraron fue desgarradora: tres cuerpos calcinados, testimonio mudo de la crueldad que se vive en algunas zonas del puerto.
A pesar de la rápida respuesta de las autoridades – Guardia Nacional, Marina, SEDENA, Policía Municipal y Estatal –, los responsables lograron escapar. Se implementó un operativo de búsqueda, pero hasta el momento, la justicia no ha alcanzado a estos cobardes. La impunidad, como una herida abierta, sigue sangrando en Acapulco.
Los vecinos de La Mira, conmocionados y temerosos, relatan el constante acoso que sufrían las víctimas por parte de grupos criminales. La extorsión, ese cáncer que corroe el tejido social, se había convertido en una pesadilla cotidiana. Pagar o morir, esa era la disyuntiva que enfrentaban muchos pequeños comerciantes, obligados a entregar parte de sus ganancias, fruto de su trabajo honesto, a manos de delincuentes sin escrúpulos.
La tragedia de La Mira no es un hecho aislado. Es un reflejo de la violencia que azota a Acapulco y a tantas otras comunidades del país. Es un llamado urgente a la acción, a la unión de la sociedad y las autoridades para combatir la impunidad y erradicar la extorsión. Las familias de las víctimas claman justicia, un clamor que se une al de miles de mexicanos que exigen vivir en paz y seguridad. ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que la violencia nos robe la tranquilidad, la esperanza y la vida? Es hora de decir ¡Basta! Es hora de exigir un cambio real, de construir un futuro donde el trabajo honesto no sea una sentencia de muerte.
Fuente: El Heraldo de México