Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Opinión

6 de abril de 2025 a las 09:10

Nutre tu cuerpo y alma con chocolate

La evocación de la Presidenta sobre los "Chocolates del Bienestar" me transportó a mi propia infancia, una época pre-TLC marcada por la "sustitución de importaciones", un concepto tan arraigado en la Cuarta Transformación. Crecí en un hogar donde mis padres, profesores de la UNAM, abrazaban con fervor los productos nacionales, no por convicción ideológica, sino por pura necesidad. Lo importado era un lujo inaccesible para una familia de clase media. Así, mi paladar y el de mi hermana se convirtieron en conejillos de indias de la industria alimentaria mexicana.

Recuerdo con particular desagrado unos panes "naturistas" que parecían aserrín bañado en piloncillo. Su textura áspera y su sabor dulzón pero insípido los convertían en una experiencia culinaria digna de olvidar. También desfiló por nuestra mesa el efímero "Pepepez", la apuesta pesquera del lopezportillismo. Su sabor y textura recordaban a la melamina, una comparación poco apetitosa que, sin duda, contribuyó a su rápida desaparición del mercado.

La influencia de las amistades también dejó su huella en nuestra dieta. Una amiga de mi hermana, a la que llamaremos Manuela "N", hoy ferviente vegana, introdujo en nuestras vidas el "chorizo vegetariano". Un engendro culinario más salado que el chorizo tradicional, más difícil de digerir y, paradójicamente, más dañino para el medio ambiente. Su ingrediente principal, la soya, una amenaza silenciosa para la humanidad, según mi modesta opinión, dejó en mí una profunda aversión a este producto. Una aversión que perdura hasta nuestros días, salvo en contadas excepciones, como acompañamiento del sushi o en contextos místicos, como un retiro de yoga en Tepoztlán.

Tras la breve y traumática experiencia con el chorizo de soya, llegó la era del "germinado", otra manifestación culinaria de la omnipresente soya. Comer germinado era como pastar en un campo, una experiencia poco gratificante para un paladar infantil. En esa misma época, el cereal Maizoro y los muéganos industriales se erigieron como la alternativa nacional a los anhelados Milky Way. Un pálido sustituto que solo acrecentaba la nostalgia por los dulces importados.

La mención de los "Chocolates del Bienestar" reavivó estos recuerdos, pero esta vez acompañados de un optimismo cauteloso. Confío en que la chocolatería cuatroteísta, este gran taller paraestatal del xocolátl, cuente con la experta mano de las mismas mentes brillantes que nos regalaron la marca Rocío.

Celebro la incursión del gobierno en la industria chocolatera. Mi esposa, de hábitos saludables, tiene una peculiar afición por el chocolate 99.9% puro, un placer culinario que, en las marcas importadas, resulta prohibitivo para nuestro presupuesto. Gracias, Presidenta, por democratizar el acceso al xocolátl de alta pureza. Espero con ansias degustar los "Chocolates del Bienestar", con la esperanza de que no evoquen los fantasmas culinarios de mi infancia.

Fuente: El Heraldo de México