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7 de abril de 2025 a las 02:40

¡Nocaut al crimen! Boxeo tras las rejas.

Tras las imponentes bardas que resguardan el Centro Estatal de Prevención y Reinserción Social (Ceprereso) de Valle de Santiago, Guanajuato, un espíritu de cambio se respiraba este domingo. No se trataba de una revuelta, ni de un motín, sino de la resonante unión de 702 internos en la Clase Nacional de Boxeo, una iniciativa que busca fomentar la paz y el deporte en el sistema penitenciario del país. El patio de visitas, usualmente escenario de reencuentros familiares cargados de nostalgia, se transformó en un cuadrilátero improvisado, vibrante con la energía de cientos de hombres vestidos con sus uniformes naranja, marcados con las siglas del SIPPEG (Sistema Penitenciario Estatal de Guanajuato).

Lejos de la imagen estereotipada de la vida tras las rejas, la escena era un testimonio de la fuerza del deporte como herramienta de transformación. No eran simples ejercicios físicos, sino una coreografía de esperanza, donde cada golpe, cada movimiento, representaba la lucha por una vida mejor. Un ring construido con ingenio y esfuerzo, a base de una mampara prestada, llantas y otros objetos adaptados, se convertía en el símbolo de la reinvención y la resiliencia. Tres lonas pintadas a mano, con mensajes alusivos al orden, el respeto y la paz, enmarcaban el espacio, recordando el propósito de esta inusual congregación.

Al centro del improvisado ring, tres internos, José Alberto, Jeovan e Israel, lideraban la clase con la autoridad que les confería su experiencia en el deporte. Con guantes de box y un micrófono de solapa que amplificaba sus voces, guiaban a sus compañeros a través de una serie de movimientos: bending, gancho al hígado, recto de derecha, luego de izquierda, swing… Las instrucciones resonaban en el patio, repetidas por el sistema de sonido instalado por otros internos, creando una atmósfera de unidad y disciplina.

La directora del centro, Sandra León, observaba con satisfacción el desarrollo de la clase, fruto de días de ensayos y preparación. Desde la formación hasta la rutina de 45 minutos, cada detalle había sido cuidadosamente planeado para asegurar el éxito de la iniciativa. La participación masiva de los internos demostraba el impacto positivo del deporte en sus vidas, un rayo de luz en un entorno a menudo marcado por la oscuridad.

Entre los participantes se encontraba Alberto "Soriano", un interno originario de León con un pasado en el boxeo amateur. Con dos participaciones a nivel nacional y una medalla de bronce en su haber, Alberto encontró en el deporte una vía de escape y superación. "Tuve la oportunidad de representar al Estado de Guanajuato… desgraciadamente uno comete errores", compartió con humildad, agradeciendo la oportunidad de seguir fomentando el deporte dentro del penal. Su experiencia es un ejemplo del poder redentor del boxeo, una disciplina que enseña no solo a pelear, sino a canalizar la energía y a forjar el carácter.

Las historias de Israel y Jeovan, otros dos internos que encontraron en el boxeo una forma de alejarse de los vicios y la violencia, complementan el panorama de transformación que se vive en el Ceprereso de Valle de Santiago. Para Israel, el deporte fue la clave para superar las adicciones y controlar su temperamento violento. Jeovan, por su parte, ve en el boxeo una herramienta de sanación que desea transmitir a sus hijos y a su familia.

La Clase Nacional de Boxeo en el Ceprereso de Valle de Santiago es más que un evento deportivo; es una declaración de intenciones. Es la prueba de que, incluso tras las altas bardas y las estrictas normas, la esperanza puede florecer y el cambio es posible. Es un recordatorio de que el deporte tiene el poder de unir, de sanar y de construir un futuro mejor, incluso en los lugares más inesperados.

Fuente: El Heraldo de México