Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

6 de abril de 2025 a las 09:15

Domina el Proteccionismo

La algarabía morenista tras el anuncio de Trump, reminiscente de una victoria mundialista, resulta desconcertante. A pesar de los aranceles impuestos al acero, aluminio y la industria automotriz, con el consecuente impacto en la producción y el empleo –recordemos los 1,200 despidos en General Motors anunciados por la CTM y los cierres “temporales” de Stellantis y Toyota–, parece reinar un optimismo infundado. La esperanza de una rectificación por parte de Trump, basada en la insostenibilidad de la situación, se desvanece ante la firmeza del mandatario, quien ha jurado mantener su política arancelaria hasta el final de su mandato. Este escenario contrasta con la visión de los mercados bursátiles y financieros, que anticipan una recesión inflacionaria y pérdidas multimillonarias. Su apuesta es a largo plazo, mientras que Trump se aferra a una estrategia cortoplacista.

En un reciente programa de Bloomberg, un analista desmentía cualquier paralelismo entre la dupla Reagan-Thatcher y la política de Trump. Mientras los primeros se basaban en fundamentos teóricos y prácticos para su “reingeniería económica”, Trump carece de un razonamiento coherente más allá de su afán por demoler el sistema económico actual, movido por prejuicios, fobias y ansias de venganza. Su propuesta, según el experto, es una receta para el suicidio económico colectivo de Estados Unidos.

El trasfondo ideológico de los aranceles de Trump es el proteccionismo, con tintes de nacionalismo y populismo. Desde la invasión de México por Polk en 1847, pasando por la intervención de Teddy Roosevelt en Cuba, la idea del excepcionalismo estadounidense ha permeado su pensamiento político. La Doctrina Monroe, que proclamaba "América para los americanos" y rechazaba la colonización e intervención europea, se ha transformado en un concepto de seguridad nacional, con un proteccionismo económico e ideológico que rechaza cualquier influencia externa. El anhelo de controlar Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá se enmarca en esta visión de “fortaleza americana”.

La imposición del proteccionismo como nueva mantra económica mundial genera incomodidad en países europeos, acostumbrados a las fronteras abiertas. Canadá, que ha reaccionado con enojo ante la política estadounidense, está reorientando su economía hacia Europa. Sin embargo, México celebra los anuncios de Trump con una euforia inexplicable, como si la imposición de aranceles del 25% al acero y aluminio no nos hubiera afectado. La ausencia de represalias arancelarias por parte de México y la actual actitud del gobierno, Morena y algunos empresarios, asemeja una complacencia servil. El brindis con champán ante la supuesta comprensión de Trump y la respuesta con un programa aún más proteccionista que el suyo, resultan preocupantes.

La plataforma de 18 puntos presentada por el gobierno de Morena como respuesta a la crisis, es una apuesta por el aislamiento económico y la introspección. Control de precios, autosuficiencia alimentaria y energética, fabricación nacional de automóviles, fin de la importación de fertilizantes, fomento del consumo interno, creación de 500 mil empleos e impulso a las bolsas de trabajo, son algunas de las propuestas. A esto se suma el aumento del salario mínimo, la ampliación de programas sociales, la construcción de trenes y viviendas, créditos a MIPyMES, inversión en ciencia y aceleración de obras carreteras, sin especificar la procedencia de los recursos. Finalmente, se propone la simplificación de trámites ante COFEPRIS, la reforma de la ley de adquisiciones y la creación de una ventanilla digital para inversores.

Este proteccionismo extremo, celebrado con euforia por Morena y el sector empresarial, es una muestra de miopía. No se han frenado los aranceles y la situación no es un triunfo, como sí lo percibe Canadá, que se prepara para los embates de la política de Trump. México, en cambio, festeja como si la guerra hubiera terminado, cuando apenas comienza. La ilusión proteccionista del gobierno no nos fortalece, sino que nos debilita. Son objetivos inalcanzables, dada la realidad económica y la falta de recursos. México se acerca a la quiebra técnica, tanto económica como fiscal, y la recesión es un escenario probable.

En lugar de construir castillos en el aire, debemos enfocarnos en lo que desalienta la inversión, nacional y extranjera. Es crucial desechar la elección judicial cuestionada y abrir sectores como el energético, las telecomunicaciones, el transporte, la farmacéutica y la minería a la inversión privada, sin prejuicios. Los proyectos público-privados deben ser la norma, no la excepción. El dinero público debe priorizar la seguridad, la educación, la salud y la vivienda. La transparencia y la rendición de cuentas son esenciales para combatir la corrupción.

En el ámbito político, es imperativo la tolerancia a la oposición, el diálogo con disidentes sociales y la ruptura del vínculo entre narcotráfico y política. Enfrentar al crimen organizado y controlar las aduanas son fundamentales para fortalecer la economía del país.

La respuesta a Trump no es un proteccionismo exacerbado. La verdadera solución reside en la apertura audaz de nuestra economía, creando una base sólida para resistir los embates externos. Sin ella, seguiremos sonriendo, bailando y cantando hasta el entierro de cualquier esperanza de una República independiente.

Fuente: El Heraldo de México