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6 de abril de 2025 a las 17:25

7 Comidas que NO debes Envolver en Aluminio

El brillo metálico del papel aluminio nos ha seducido por décadas. Su aparente inocuidad y versatilidad lo han convertido en un imprescindible en nuestras cocinas, un aliado silencioso en la conservación y preparación de alimentos. Sin embargo, detrás de esa fachada plateada se esconde una realidad que debemos conocer: el aluminio, aunque presente en la naturaleza, puede convertirse en un huésped indeseado en nuestro organismo.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), un faro en la investigación y seguridad alimentaria, ha lanzado una advertencia que resuena como un eco en la comunidad científica: la exposición crónica al aluminio podría estar relacionada con enfermedades neurodegenerativas. Imaginen, ese metal que utilizamos con tanta confianza, podría estar contribuyendo silenciosamente a problemas de salud a largo plazo. No se trata de alarmar, sino de informar, de empoderarnos con el conocimiento para tomar decisiones conscientes en nuestra alimentación.

Pensemos en esos jugosos tomates asados envueltos en aluminio, en el aroma cítrico del limón impregnando el pescado al horno, en la practicidad de conservar las sobras cubiertas por esa lámina plateada. Precisamente, la acidez de estos alimentos, esa característica que tanto apreciamos en nuestro paladar, es la que facilita la migración del aluminio hacia la comida. Los ácidos, como pequeños guerreros, atacan la superficie del aluminio, liberando partículas que se infiltran en nuestros alimentos.

El jugo de limón, el vinagre, la sal, ingredientes habituales en nuestras marinadas y aderezos, actúan como catalizadores en este proceso. Imaginen la escena a nivel microscópico: la sal, como un general, dirigiendo las tropas de aluminio hacia el corazón del alimento. Las verduras de hoja verde, como las espinacas y acelgas, ricas en nutrientes, también contienen ácidos naturales que reaccionan con el aluminio, especialmente al ser cocinadas a altas temperaturas.

¿Y qué decir de los frutos secos? Esas pequeñas bombas de energía, repletas de grasas saludables, pueden absorber el aluminio si se almacenan durante largos periodos en contacto con este material. La grasa, como una esponja, atrapa las partículas de aluminio, convirtiendo un alimento beneficioso en un potencial riesgo para nuestra salud.

Incluso las carnes y pescados, protagonistas de nuestras mesas, no están exentos de este peligro. Al cocinarlos en papel aluminio, especialmente si están aderezados con salsas ácidas o saladas, aumentamos la cantidad de aluminio que se transfiere a la comida. La imagen del pescado al horno, con su piel dorada y su aroma irresistible, se tiñe de una nueva perspectiva.

No se trata de demonizar el papel aluminio, sino de utilizarlo con responsabilidad y conocimiento. Existen alternativas, como el papel de horno o los recipientes de cerámica, que nos permiten disfrutar de la cocina sin comprometer nuestra salud. Informarnos, cuestionar nuestros hábitos y buscar opciones más saludables, es un acto de amor propio y un compromiso con nuestro bienestar. Al fin y al cabo, la cocina, además de un espacio de creación culinaria, debe ser un santuario para nuestra salud.

Fuente: El Heraldo de México