
5 de abril de 2025 a las 10:20
¿Listo para el Nuevo Orden?
El fantasma de Lenin se desvanece ante la globalización, un sistema que, si bien no es el comunismo predicho, tampoco representa la estabilidad capitalista que algunos imaginaron. La desconcentración productiva, impulsada por la búsqueda de mano de obra barata y beneficios fiscales en países en desarrollo, transformó el panorama económico mundial. Thatcher, Reagan, Friedman y Von Hayek, artífices de este nuevo orden, abrieron las puertas a un neoliberalismo que, si bien salvó al capitalismo de un colapso inminente, dejó a su paso un reguero de desigualdad y concentración de la riqueza.
Este nuevo escenario, donde los tratados de libre comercio se convirtieron en la piedra angular del intercambio internacional, se tambalea ahora ante el embate de figuras como Donald Trump. Su nativismo y proteccionismo, materializados en políticas arancelarias disruptivas, representan una amenaza directa al modelo globalizador. El descontento del electorado estadounidense, golpeado por la desigualdad y el empobrecimiento, encontró en Trump un eco, un catalizador para un cambio que, sin embargo, se presenta incierto y potencialmente peligroso.
La propuesta de Trump, más allá de lo económico, pone en jaque los paradigmas democráticos y el desarrollo de los derechos humanos, generando un clima de incertidumbre a nivel global. Estados Unidos, a pesar de su poderío, no puede librar esta batalla en solitario. La relación comercial con México y Canadá, consolidada en el T-MEC, obliga a una estrategia regional, una alianza pragmática más que un gesto de benevolencia. Los aranceles, menores para Latinoamérica, reflejan esta necesidad de consolidar un bloque capaz de competir en el complejo tablero del comercio mundial.
Ante este panorama, el Plan México, presentado por la Presidenta Sheinbaum, con sus 18 puntos enfocados en la producción nacional, se presenta como una respuesta acertada, aunque su viabilidad se vea complicada por el decepcionante crecimiento de la economía interna. No podemos ignorar la inminente crisis inflacionaria, la falta de crecimiento y el retroceso económico que se vislumbran en el horizonte. Es imperativo apelar a nuestros valores históricos y culturales, buscar con lucidez las claves para navegar el futuro inmediato.
Los aranceles impuestos por Estados Unidos, con la excepción de Rusia, Canadá y México, no presagian un futuro prometedor. Al final, la carga de estas tarifas recaerá sobre los consumidores, impactando a la población mundial. México debe forjar su propio camino, un camino complejo, pero iluminado por una historia que ha trazado las pautas constitucionales y económicas que debemos seguir.
La caída de las bolsas a nivel mundial no augura el éxito de este nuevo orden económico. Enfrentamos un momento crucial, donde la incertidumbre se cierne sobre el panorama global. Se requiere más que optimismo, se necesita una visión clara, estratégica y realista, para navegar las turbulentas aguas de la economía mundial y salvaguardar el bienestar de nuestras naciones. La historia nos observa, y nuestras decisiones de hoy determinarán el futuro del mañana.
Fuente: El Heraldo de México