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5 de abril de 2025 a las 19:00

Ciberacoso: el bullying sin fronteras.

La hiperconexión de nuestros tiempos ha traído consigo nuevas formas de interacción, pero también nuevas formas de violencia. Si bien internet y las redes sociales ofrecen un mundo de posibilidades para el aprendizaje y la comunicación, también se han convertido, lamentablemente, en un terreno fértil para el ciberacoso, un fenómeno que está afectando gravemente a nuestras infancias y adolescencias, incluso dentro del entorno escolar en Nayarit. Ya no se limita el acoso a los pasillos y aulas, sino que se extiende a la vida digital, persiguiendo a las víctimas hasta sus hogares, ese espacio que debería ser un refugio seguro.

Imaginen la angustia de un niño o niña que, tras sufrir el acoso en la escuela, llega a casa buscando paz, pero se encuentra con una avalancha de mensajes hirientes, burlas e intimidaciones a través de su teléfono o redes sociales. Ese bombardeo constante de negatividad puede tener consecuencias devastadoras en su salud mental y emocional, conduciéndolos a la depresión, la ansiedad e incluso, en casos extremos, a pensamientos suicidas. Es una realidad dolorosa que nos exige actuar con urgencia.

El testimonio del agente Ricardo Hernández Martínez, de la Policía Estatal Cibernética de Nayarit, nos da una idea de la gravedad del problema. Desde el inicio del proyecto de cibernética, la intención era la prevención, informar a los niños y niñas sobre los riesgos del internet. Sin embargo, al entrar en contacto con las escuelas, se encontraron con una realidad alarmante: el ciberacoso ya era una constante en las aulas, extendiéndose más allá del horario escolar. Este descubrimiento los llevó a ampliar su labor, no solo informando, sino también interviniendo directamente en los casos detectados, trabajando en conjunto con directivos, padres de familia y alumnos para buscar soluciones integrales.

La labor de la Policía Cibernética es crucial. No solo se trata de perseguir a los responsables, sino también de brindar apoyo a las víctimas y de educar a la comunidad escolar sobre el uso responsable de las tecnologías. El agente Hernández Martínez relata casos impactantes de niños y adolescentes con problemas de depresión y pensamientos suicidas a causa del ciberacoso. Ante estas situaciones, la policía actúa como un puente, comunicándose con las escuelas y las familias para abordar el problema desde diferentes ángulos, buscando soluciones dentro y fuera del aula.

Un ejemplo concreto de esta labor es la intervención en una secundaria de Xalisco, donde se detectaron casos graves de ciberacoso. Además de charlas sobre el uso responsable de las redes sociales, se orientó a los padres sobre cómo controlar los dispositivos de sus hijos, dotándolos de herramientas para garantizar su seguridad en el mundo digital. Esta participación activa de los padres es fundamental. No se trata de prohibir el uso de la tecnología, sino de acompañarlos en su navegación, educarlos en el respeto y la responsabilidad online, y estar atentos a cualquier señal de alerta.

El ciberacoso no es un juego. Es una forma de violencia que puede tener consecuencias devastadoras. Si conocemos a algún menor que está sufriendo ciberacoso, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es nuestra responsabilidad reportarlo a las autoridades, ya sea a través del 911 o directamente con la Policía Cibernética. Cada denuncia puede marcar la diferencia entre el sufrimiento y la posibilidad de una vida plena para un niño o adolescente. Rompamos el silencio, actuemos con responsabilidad y construyamos un entorno digital más seguro para las futuras generaciones. El futuro de nuestros hijos está en juego.

Fuente: El Heraldo de México