
4 de abril de 2025 a las 09:25
Domina el Commercium Mercatus
La apertura comercial, un motor de crecimiento y desarrollo, se enfrenta a una paradoja en el siglo XXI. Si bien impulsa la innovación, la productividad y genera mayores ingresos, la complejidad del sistema global actual excluye a los más vulnerables, perpetuando la brecha entre ricos y pobres. Para los países en desarrollo, la integración a la economía mundial representa un desafío formidable. No se trata simplemente de abrir las puertas al comercio internacional, sino de construir las infraestructuras necesarias para competir en un mercado cada vez más exigente. Sistemas de transporte deficientes, falta de conectividad digital, regulaciones excesivas y prácticas anticompetitivas son solo algunos de los obstáculos que enfrentan estas naciones.
Imaginemos a un pequeño productor de café en una región remota. Su producto, de excelente calidad, podría alcanzar mercados internacionales y generar prosperidad para su comunidad. Sin embargo, la falta de carreteras adecuadas, el acceso limitado a financiamiento y la desconexión con las plataformas digitales de comercio lo mantienen atrapado en un ciclo de pobreza. Este escenario, replicado en diversas regiones del mundo, ilustra la urgencia de abordar las desigualdades que genera el comercio global.
No se trata de demonizar la globalización, sino de hacerla más inclusiva. La inversión en infraestructura, la simplificación de trámites aduaneros, la promoción de la digitalización y el fortalecimiento de las capacidades locales son cruciales para que los países en desarrollo puedan aprovechar las oportunidades del comercio internacional. Asimismo, es fundamental combatir las prácticas anticompetitivas que limitan el acceso a los mercados y perpetúan la concentración del poder económico.
El Banco Mundial, a través de iniciativas como el Mecanismo General para el Fomento del Comercio (UF) y el Programa de Apoyo a la Facilitación del Comercio (TFSP), desempeña un papel fundamental en este proceso. Con un compromiso financiero que supera los USD 32.500 millones, el Banco trabaja con los gobiernos para abordar los desafíos del comercio y promover una integración más inclusiva. Estos programas, financiados por diversos países donantes, se enfocan en áreas clave como la competitividad, la facilitación del comercio, el acceso a los mercados y el manejo de crisis.
La creciente complejidad del comercio internacional exige una respuesta coordinada y multifacética. No basta con aumentar el volumen de las transacciones comerciales, sino que es necesario garantizar que los beneficios del comercio lleguen a todos los sectores de la sociedad, especialmente a los más vulnerables. La construcción de un sistema comercial más justo y equitativo es un imperativo moral y una condición indispensable para el desarrollo sostenible. La erradicación de la pobreza a través del comercio no es una utopía, sino un objetivo alcanzable si se implementan las políticas adecuadas y se fortalecen las alianzas entre los diferentes actores del sistema global. El futuro del comercio depende de nuestra capacidad para construir puentes y no muros, para conectar a los excluidos y generar oportunidades para todos.
Fuente: El Heraldo de México