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4 de abril de 2025 a las 19:50

Atraco violento en Apodaca: Mujer asaltada desde un auto.

La inseguridad acecha en cada esquina, un fantasma invisible que nos roba la tranquilidad. El video, crudo y violento, nos muestra la fragilidad de nuestra seguridad cotidiana. Una mujer, caminando despreocupadamente bajo el sol de Apodaca, se convierte en la protagonista de una pesadilla en cuestión de segundos. La imagen del auto gris oscuro, acechando como un depredador, queda grabada en la retina. El tirón brutal, la resistencia desesperada de la víctima aferrada a sus pertenencias, el asfalto raspando su piel… Es una escena que nos hiela la sangre y nos obliga a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para protegernos?

Este no es un caso aislado. La colonia Pinceles, en Apodaca, se ha convertido en escenario recurrente de estos actos cobardes. Las denuncias se acumulan, el miedo se propaga como una epidemia silenciosa, y la sombra de la impunidad se cierne sobre la comunidad. Los vecinos, con justa razón, exigen respuestas. ¿Dónde está la protección que les prometieron? ¿Dónde están las autoridades que deberían velar por su seguridad? El silencio oficial es ensordecedor, una bofetada a la indignación colectiva.

Las cifras son alarmantes. Mil cuatrocientos treinta y nueve denuncias por robo a persona en tan solo once meses en Nuevo León. Una estadística fría que esconde el drama humano, el trauma, la impotencia de quienes han sido víctimas de la violencia. Monterrey, Guadalupe, Apodaca, San Nicolás, General Escobedo… nombres que se repiten en la lista negra de la inseguridad. Municipios que, a pesar de su desarrollo económico, no logran escapar de las garras de la delincuencia.

¿Qué podemos hacer frente a esta realidad? La respuesta no es sencilla. Exigir a las autoridades mayor presencia policial, estrategias de prevención eficaces y, sobre todo, justicia, es un primer paso. Pero también debemos fortalecer la solidaridad vecinal, crear redes de apoyo, estar alerta y denunciar cualquier acto sospechoso. No podemos permitir que el miedo nos paralice. Debemos recuperar la tranquilidad en nuestras calles, construir un entorno seguro para todos.

La mujer de la blusa roja, arrastrada por el asfalto, es un símbolo de nuestra vulnerabilidad. Su grito silencioso es un llamado a la acción. No podemos ser indiferentes. Debemos unirnos para combatir la inseguridad y construir un futuro donde podamos caminar sin miedo, donde la tranquilidad no sea un lujo, sino un derecho fundamental. El video, doloroso testimonio de la violencia que nos aqueja, debe ser un catalizador para el cambio. No podemos mirar hacia otro lado. El momento de actuar es ahora.

Fuente: El Heraldo de México