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3 de abril de 2025 a las 19:30

Jaguarundi asesinado: Profepa investiga en Chiapas

La tragedia ocurrida en Navenchauc, Chiapas, nos confronta con una dolorosa realidad: la persistente brecha entre la cosmovisión indígena y los esfuerzos de conservación de la fauna silvestre. El brutal asesinato del jaguarundi, un felino en peligro de extinción, erróneamente identificado como un nahual, nos obliga a reflexionar sobre la urgencia de implementar estrategias interculturales de educación ambiental. No se trata de menospreciar las creencias ancestrales de los pueblos originarios, sino de construir puentes de diálogo que permitan la coexistencia armoniosa entre la tradición y la preservación de la biodiversidad.

El video del incidente, que se ha viralizado en redes sociales, muestra la crueldad con la que se actuó contra el animal. Amarrado y golpeado hasta la muerte, el jaguarundi se convirtió en víctima de un temor ancestral, alimentado por la desinformación y la falta de acceso a información veraz en lenguas indígenas. La indignación que este acto ha generado no sólo se limita a la comunidad conservacionista, sino que también se extiende a quienes reconocen la importancia de respetar y valorar la riqueza cultural de los pueblos indígenas.

Es innegable que las instituciones encargadas de la protección del medio ambiente tienen una responsabilidad fundamental en esta tragedia. Como bien señala la activista Lucía Hernández, la ausencia de campañas de educación ambiental en lenguas indígenas como el tsotsil es una falla sistemática que tiene consecuencias devastadoras. ¿Cómo podemos esperar que se proteja a una especie si ni siquiera se conoce su nombre o su importancia en el ecosistema? La falta de información se convierte en un caldo de cultivo para la desinformación y los prejuicios, que en casos como este, terminan con la vida de un animal inocente.

Más allá de la indignación, es necesario pasar a la acción. La Profepa ha iniciado una investigación y se espera que los responsables sean llevados ante la justicia. Sin embargo, la sanción penal no es suficiente. Es imperativo implementar programas de educación ambiental integrales, diseñados en colaboración con las comunidades indígenas, que respeten sus conocimientos tradicionales y al mismo tiempo les brinden información científica sobre la fauna silvestre. Estos programas deben estar adaptados a las particularidades lingüísticas y culturales de cada región, utilizando recursos comunicativos accesibles y pertinentes.

Asimismo, es fundamental fortalecer los mecanismos de monitoreo de la fauna silvestre en peligro de extinción. La falta de seguimiento de ejemplares y la ausencia de medidas preventivas contribuyen a la vulnerabilidad de especies como el jaguarundi. Es necesario invertir en la capacitación de personal local para que puedan participar activamente en la conservación de la biodiversidad de sus territorios.

La muerte del jaguarundi en Navenchauc no debe ser en vano. Debe servir como un llamado a la acción para redoblar los esfuerzos en la protección de la fauna silvestre y en la construcción de un diálogo intercultural que permita la coexistencia armoniosa entre la tradición y la conservación. Sólo a través de la educación, la sensibilización y el respeto mutuo podremos garantizar un futuro donde la riqueza natural y cultural de México se preserve para las generaciones venideras.

Fuente: El Heraldo de México