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3 de abril de 2025 a las 22:05

Domina el orden: ¿Sujeto o verbo?

Desde la infancia, nos inculcan la idea de mencionar a los demás antes que a nosotros mismos al enumerar personas. Esta norma no escrita, repetida hasta la saciedad en las aulas y reforzada con frases como "el burro por delante", ha permeado nuestra comunicación oral y escrita durante generaciones. Pero, ¿existe realmente una base gramatical que justifique esta práctica? La Real Academia Española (RAE), ante la recurrencia de esta pregunta, ha aclarado la cuestión: no existe ninguna regla ortográfica o gramatical que la respalde. Se trata, simplemente, de una tradición, una costumbre arraigada en nuestra cultura lingüística.

Si bien la tradición la asocia con una muestra de respeto y cortesía, la RAE afirma que ninguna forma es superior a la otra. La elección del orden, por lo tanto, recae en la intención comunicativa y el estilo de cada individuo. Es decir, la decisión de colocar nuestro nombre al principio, al final o en medio de la lista depende exclusivamente de nosotros.

Sin embargo, la RAE también advierte sobre posibles ambigüedades que pueden surgir al alterar el orden tradicional. Imaginemos la frase: "Las primeras en llegar a la meta fuimos yo, Eva y Ana". Colocar "yo" al principio podría interpretarse como que el hablante fue la primera en llegar, creando confusión sobre el orden real de llegada. En estos casos, la precisión y la claridad deben primar para evitar malentendidos.

A pesar de la libertad que nos otorga la RAE, en contextos formales, es recomendable mantener la costumbre de mencionar a los demás antes que a nosotros mismos. Esta práctica, aunque no sea gramaticalmente obligatoria, contribuye a mantener un tono respetuoso y evita posibles interpretaciones negativas. En ambientes profesionales o académicos, donde la imagen y la etiqueta son importantes, la prudencia sugiere seguir la tradición.

No obstante, en entornos informales, con amigos, familiares o personas de confianza, podemos romper con esta norma sin temor a ser tachados de descorteses. En estos contextos, la espontaneidad y la naturalidad son bienvenidas, y el orden de los nombres en una enumeración se convierte en una cuestión de estilo personal. Podemos jugar con el orden, priorizar la información relevante o simplemente seguir nuestro instinto.

En definitiva, la elección del orden al mencionar un grupo de personas, incluyéndonos a nosotros mismos, es una cuestión de contexto y preferencia personal. Si bien la tradición nos invita a la cortesía y la humildad, la gramática nos otorga la libertad de expresarnos como mejor nos parezca. La clave está en comprender las implicaciones de cada opción y elegir la que mejor se adapte a la situación comunicativa. Al final, el objetivo principal es transmitir nuestro mensaje con claridad y eficacia, respetando las normas del buen uso del idioma y la intención comunicativa que queremos transmitir.

Recordemos que el lenguaje es un organismo vivo en constante evolución. Las normas y convenciones cambian con el tiempo, adaptándose a las necesidades comunicativas de cada época. La tradición es importante, pero no debe limitarnos a la hora de explorar nuevas formas de expresión. La clave está en el equilibrio: respetar las normas establecidas sin dejar de ser creativos y originales.

Fuente: El Heraldo de México