
3 de abril de 2025 a las 23:15
Armenta niega vínculo con traslado de Marín
Bajo el manto de la noche, un movimiento sísmico en el panorama político poblano sacudió los cimientos del poder. Mario Marín Torres, figura controvertida y exgobernador del estado, fue trasladado en un operativo discreto y veloz al penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México. La noticia, que corrió como reguero de pólvora en los círculos políticos y mediáticos, ha generado una ola de especulaciones y reacciones, dejando tras de sí un mar de interrogantes.
El hermetismo que rodea la operación ha alimentado la incertidumbre. Si bien la Fiscalía General de la República (FGR) confirmó el traslado y la participación de la Guardia Nacional en el operativo, los detalles específicos se mantienen bajo un velo de secretismo. ¿Qué motivó este repentino traslado? ¿Se trata de una nueva línea de investigación? ¿Existen amenazas a su seguridad o se busca evitar una posible fuga? Las preguntas se multiplican, mientras las autoridades mantienen un silencio que solo aviva las conjeturas.
En medio de este torbellino informativo, la postura del actual gobernador, Alejandro Armenta, ha llamado poderosamente la atención. Con una frialdad que raya en la indiferencia, se deslindó por completo del operativo, afirmando desconocer los detalles de la detención y el posterior traslado de Marín. "Los temas del exgobernador, o de cualquier exgobernador, pues no son temas míos", declaró, palabras que resonaron con un eco particular en el contexto de la compleja historia política poblana. Su enfoque, según sus propias palabras, se centra en "atender a Puebla", en impulsar proyectos que beneficien a la ciudadanía y en garantizar la seguridad y tranquilidad en el estado.
Esta declaración, sin embargo, no ha hecho más que alimentar las especulaciones. Algunos analistas interpretan la distancia de Armenta como una estrategia política para desmarcarse de la figura controvertida de Marín y evitar cualquier salpicadura de la polémica. Otros, en cambio, ven en su actitud una muestra de la profunda división que persiste en el escenario político poblano.
Mientras tanto, la figura de Marín Torres, envuelta en un halo de misterio y controversia, continúa generando debate. Su traslado al Altiplano, un penal diseñado para albergar a los criminales más peligrosos del país, reabre viejas heridas y plantea nuevas interrogantes sobre el futuro de la justicia en Puebla. ¿Se hará justicia finalmente? ¿Se esclarecerán los hechos que marcaron su controvertido mandato?
La ciudadanía poblana observa con atención el desarrollo de los acontecimientos, esperando respuestas que aclaren la nebulosa que rodea este caso. El tiempo, sin duda, será el encargado de desvelar la verdad y escribir el siguiente capítulo en esta compleja trama política. Mientras tanto, la incertidumbre y la especulación continúan alimentando el debate público en un estado marcado por la sombra de su pasado. El futuro político de Puebla, al parecer, se escribe entre las paredes del Altiplano.
Fuente: El Heraldo de México