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1 de abril de 2025 a las 17:25

Dile adiós al chicle: Descubre por qué

La costumbre aparentemente inofensiva de mascar chicle, un hábito arraigado en muchas culturas, se encuentra bajo la lupa de la ciencia. Un estudio preliminar de la Universidad de California ha destapado una preocupante realidad: al masticar chicle, liberamos microplásticos en nuestra saliva. Si bien la investigación se encuentra en sus primeras etapas, los hallazgos encienden las alarmas sobre el impacto de estos diminutos fragmentos de plástico en nuestra salud y en el medio ambiente.

Imaginen: con cada movimiento de nuestra mandíbula, cientos de partículas microscópicas de plástico se desprenden del chicle y se mezclan con nuestra saliva. El estudio, que analizó diez marcas de chicle, tanto sintéticas como naturales, reveló una liberación promedio de 100 microplásticos por gramo de chicle. Aunque la mayoría de estas partículas se expulsan en los primeros minutos de masticación, la posibilidad de que algunas sean ingeridas y se acumulen en nuestro organismo es una inquietud que no podemos ignorar.

La cifra se vuelve aún más alarmante si consideramos el consumo anual de chicles. Una persona que mastica entre 160 y 180 chicles pequeños al año podría estar ingiriendo alrededor de 30.000 microplásticos. Y en el caso de los chicles de mayor tamaño, la cantidad de microplásticos liberados podría ascender a 3.000 por cada goma, una cifra que nos obliga a reflexionar sobre las consecuencias a largo plazo de este hábito tan común.

Lo más sorprendente, quizás, es que tanto los chicles sintéticos como los naturales mostraron una liberación similar de microplásticos, compuestos principalmente por poliolefinas, tereftalatos de polietileno, poliacrilamidas y poliestirenos. Este hallazgo desmitifica la idea de que los chicles naturales son una alternativa libre de plásticos y nos invita a cuestionar la composición de estos productos que consumimos con tanta frecuencia.

Si bien aún se necesitan más investigaciones para determinar con exactitud el impacto de estos microplásticos en nuestra salud, los resultados preliminares nos instan a tomar conciencia y a reconsiderar nuestros hábitos. ¿Es realmente necesario mascar chicle? ¿Existen alternativas más saludables y amigables con el medio ambiente? Estas son preguntas que debemos plantearnos a la luz de estos nuevos descubrimientos. La ciencia nos invita a reflexionar sobre las pequeñas acciones cotidianas y su impacto en nuestra salud y en el planeta. El futuro de nuestro bienestar, y del medio ambiente, podría depender de decisiones tan sencillas como elegir no masticar chicle. La información está sobre la mesa, ahora nos toca a nosotros actuar.

Fuente: El Heraldo de México